Muchas de las grandes compañías de México tienen un origen familiar y siguen bajo ese esquema emocional, lo que en la actualidad frena su competitividad y productividad al no institucionalizarse, dijo Óscar Diez, socio director de la empresa Daemon Quest.
"Deben derribar mitos heredados del pasado, lo cual hace más compleja la evolución de las empresas y su adaptación a las necesidades y exigencias del mercado actual que dista mucho del que vivieron los fundadores", afirmó el directivo.
Reiteró que muchas cosas funcionan por instinto, pero no se cuenta con un análisis real de por qué se debe o no se debe hacer algo y ése es un gran problema de las empresas de México, ya que muchas adolecen de un análisis de mercado, inversiones en capacitación de personal y optimización de procesos.
Ejemplificó que los herederos basan su estrategia en los productos existentes y no tratan de innovar, por lo tanto, lo que ofrecen en 30 años reducirá los márgenes y dejarán de ser motores de crecimiento. El especialista en consultoría de negocios explicó que muchas de ellas no tienen información de cómo son los clientes, que opinan y todo se basa en lo que dice el gerente de ventas u otros integrantes del equipo, por lo tanto trabajan a partir de opiniones y no de hechos.
El objetivo debe ser orientarse más hacia el cliente, ofreciéndole lo que necesita o cosas diferentes y no lo que la empresa, sin una interacción con el cliente, considere qué es lo adecuado.
"Así como hay grandes empresas que siguen siendo familiares y su operar es el mismo desde hace varios años, también los grandes corporativos operan en automático y no comprenden que se deben enfocar en segmentos de clientes por valor, divididos por necesidades", aclaró Diez.