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Ética y desarrollo

JULIO FAESLER

Ahora que la atención del país se entretiene con las interrogantes sobre la sucesión presidencial de 2012, fue oportuno que la UNESCO, junto a la Secretaría de Relaciones Exteriores, haya organizado un coloquio bajo el título "Repensando el Desarrollo: Ética e Inclusión Social".

Académicos de Europa, América Latina y Estados Unidos presentaron sus visiones sobre una agenda de seis temas: Ética, Desarrollo y Desigualdades; Desarrollo Rural; Vías Alternativas para el Desarrollo; Economía y la Cuestión de Valor; Enfoques Éticos a las Necesidades Humanas y, Retos Globales y Desarrollo.

En el transcurso de dos días de sesiones apareció la coincidencia entre los participantes, de que el "desarrollo", más que ser una etapa a la que se llega, es en realidad un constante proceso de cambios de los que no pueden excluirse elementos valorativos, ya que en cada caso se tiene el bienestar por meta. Nuestros avances no los hacemos solos sino acompañados de millones de entes vivos, incluidos hasta los microorganismos que nos apoyan en formas que las más de las veces ignoramos.

El desarrollo es, por lo tanto, un proceso de constantes cambios a su vez desestabilizadores. Ha sido frecuente identificar desarrollo con progreso económico, concebido éste como un fenómeno mecánico reducible a fórmulas matemáticas. De ahí se ha pasado a hablar de "modelos" para describir y por ello, hasta determinar la conducta humana "racional". Al aplicarse esta visión a la sociedad ésta queda reducida al comportamiento en los mercados donde el provecho personal es el único eje válido para evaluar las sucesivas fases por las que transitamos.

Los que han pensado en el desarrollo en términos puramente económicos, dejan a un lado los ingredientes culturales, sociológicos, psicológicos y emocionales que determinan el comportamiento e integran el fenómeno social. El término homo economicus podrá servir como entelequia de estudio, pero no existe en el mundo real. Ni siquiera los economistas clásicos del siglo XVIII que partieron de posiciones humanistas, vieron a una sociedad mecánica y amoral. La valoración estuvo siempre presente en sus escritos.

La visión de la sociedad como un organismo formado por entes que sólo actúan por motivación utilitaria, explicaría y hasta justificaría los perversos y antisociales episodios financieros de nuestros días que han lanzado a millones a la pobreza mientras crecen las fortunas de los manipuladores sin escrúpulos.

En el coloquio hubo quien enderezara duras críticas a los abusos del capitalismo y a los aparatos financieros que navegan sobre la miseria en que viven miles de millones de desheredados. Aparte de cualquiera ideología este estado de cosas tiene que ser remediado con cambios profundos en el juego de principios y paradigmas que han traído al mundo a tan grave estado de desigualdad.

Esa búsqueda de bienestar, más allá del progreso material, plantea los dilemas que se le presentan al político. Se suele hablar de "modelos" de desarrollo para escoger. No cabe tal respuesta. El concepto de "modelo" como conjunto de metas y estrategias definidas de éxito garantizado, es fantasioso ya que tales fórmulas no existen previamente a la acción. El término sólo es válido cuando se aplica, posteriormente, a esquemas que tuvieron su evolución propia y singular para responder a situaciones pasadas que generaron experiencias específicas.

Los problemas sociales suelen presentar dilemas análogos al del economista que consiste en cómo satisfacer necesidades ilimitadas con escasos recursos, o al del jurista que se ha enfrentado a la disyuntiva de lo que es formalmente legal y lo que es moralmente justo.

Las decisiones que tome el gobernante deben basarse, en primer lugar, en toda la información que pueda recabar para después, resolver las situaciones sociales que se le presentan aplicando un criterio de profunda solidaridad social hacia el ser humano como individuo. De esta manera, puede integrarse una convivencia en la que se responde a la inevitable problemática del desarrollo, con los dilemas del economista y del abogado, con fórmulas que intenten equilibrar lo deseable con lo posible, tarea que realizada con ética, es precisamente la del gobernante responsable.

Se verá que el asunto es actual y de mucho el futuro.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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