Retirada. Siria dijo que el Ejército se ha retirado totalmente de la ciudad de Hama, después de la realización de su ofensiva militar en contra de lo que el gobierno llama a los grupos terroristas.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, señaló ayer que su país apuesta por que el Consejo de Seguridad aumente la presión sobre el presidente de Siria, Bashar al Assad, por la violenta represión ejercida contra los manifestantes pese a la condena internacional.
"Ya es hora de que todos los miembros del Consejo de Seguridad pongan en primer lugar los intereses del pueblo sirio y no sus asuntos o intereses bilaterales", aseguró con firmeza la diplomática ante la prensa antes del inicio de la nueva reunión que hoy celebra el máximo órgano internacional de seguridad sobre Siria.
Rice subrayó que es importante que "el Consejo siga enviando el mensaje claro de que lo que ocurre en Siria es inaceptable y debe acabar" y aseguró que considera que todos los miembros del máximo órgano de decisión de la ONU han quedado "conmovidos" ante "la intensificación de la violencia contra los civiles sirios".
A mediados de marzo estallaron las protestas en varias ciudades de Siria para exigir reformas democráticas que desde entonces están siendo duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad. La embajadora estadounidense reconoció que no espera que el Consejo de Seguridad se pronuncie formalmente hoy tras la reunión que mantiene en estos momentos sobre el asunto, en la que se espera que reciba un informe por parte del secretario general del organismo, Ban Ki-Moon, sobre el estado de la situación en Siria.
Fuentes diplomáticas aseguraron también que no esperan acciones concretas del Consejo de Seguridad en ese encuentro, que sí servirá para conocer las opiniones de todos sus miembros sobre lo que ocurre en Siria y sobre la posibilidad de que el órgano dé más pasos para presionar a Damasco. La reunión se celebra justo una semana después de que el Consejo de Seguridad condenara por primera vez y tras meses de bloqueo la violencia ejercida por Damasco sobre los manifestantes en una declaración que no tuvo resolución.
"Trabajamos con otros miembros del Consejo para tratar que el tema sirio ocupe un puesto relevante en nuestra agenda de trabajo", indicó Rice, quien tildó de "absolutamente inaceptable" el comportamiento de Al Asad. "Ha perdido toda la legitimidad y es parte del pasado. El pueblo de Siria estaría mucho mejor sin él. Miramos hacia el futuro y esperamos encontrar el apoyo necesario en favor del pueblo sirio, que tiene las mismas aspiraciones democráticas que hemos visto en otros puntos del mundo", añadió.
Las delegaciones de Rusia y China, apoyadas por India, Brasil y Sudáfrica, se opusieron repetidamente a que el Consejo de Seguridad emitiera una condena como querían los miembros europeos y Estados Unidos, algo a lo que finalmente accedieron el 3 de agosto, cuando se acordó una declaración presidencial contra Damasco.
"Desde el punto de vista estadounidense, vamos a seguir intensificando nuestra presión a través de acciones unilaterales de nuestra Administración, como de manera coordinada aquí en la ONU y alrededor del mundo", indicó.
Desmienten muerte de hijo de Gadafi
La televisión estatal libia mostró imágenes de un hombre que dijo que era el hijo menor del presidente libio Muamar Gadafi, para desmentir las afirmaciones formuladas por los insurgentes de que está muerto, precisamente cuando la oposición se encuentra desorganizada seis meses después de alzarse en armas.
Las imágenes de Jamis Gadafi, que manda una de las mejores unidades del ejército libio, aparecen cuando el Consejo Nacional de Transición, la cúpula insurgente, intenta recuperarse de la muerte de su líder militar, Abdel-Fattah Younis, posiblemente a manos de otros insurgentes.
Los rebeldes dijeron el viernes que el joven Gadafi murió en un bombardeo de la OTAN en la población oriental de Zlitan, una información desmentida por Trípoli y que consideró un intento de restar atención a la muerte de Younis.
El cadáver del general rebelde fue encontrado hace dos semanas, abandonado en las afueras de Bengasi, la capital oriental de los insurgentes, junto a los cadáveres de dos coroneles que eran sus ayudantes. Habían sido baleados y sus cadáveres quemados.
