"No fui capaz de levantar la cara y hacerme valer... NUNCA PUSE UN ALTO!"
Como consejero matrimonial, llegó a mi oficina una pareja, que estaba a punto de divorciarse después de veinticinco años de matrimonio. Frente a mí, y después de muchas quejas, insultos y resentimientos. Cerrados y con la firme decisión de la separación, les dije: "Por qué no hablan en un lenguaje civilizado, sin gritar, sin insultarse. Señora dígale a su esposo lo que usted siente. Señor dígale a su esposa lo que le dicte su corazón".
De manera tranquila, relajada, cuando ella se desahogó y le dijo a él lo que sentía, me dejó impresionado, helado, lo que ahí escuché. Cuando salieron escribí lo que ella le había dicho a su marido: "Muchas personas creen que el maltrato en el hogar se da sólo en estratos socioeconómicos bajos, y no es cierto.
Yo soy esposa de un profesionista, de un hombre con prestigio social y puedo testificar que la dignidad del ser humano se agrede en todos los niveles. Quiero decirte esposo mío, compañero con el que llevo más de veinte años casada, que fuiste tú quien me hizo menos, pero que yo lo permití.
Cuando éramos novios por ejemplo, no decías majaderías, pero cuando nos casamos comenzaste a maldecir, un día me insultaste y yo me encerré a llorar pero no te dije nada, poco a poco yo me fui acostumbrando a tus groserías, ya no era necesario que estuvieras enojado para que me ofendieras, se hizo algo normal. Cuando me equivocaba te enfurecías y me echabas en cara lo estúpida que era.
Cada vez, eran peores tus arranques de violencia, yo creo que me estabas probando para ver hasta dónde aguantaba, y aguanté mucho. Nuestras relaciones íntimas se volvieron también rápidas y frías, ya no te interesaba que yo disfrutara, a veces me sentía violada, usada por ti.
Hoy me preguntas por qué nunca te lo dije, por qué lo permití, la verdad, yo no quería perder a mi familia, ni que los niños vieran peleas. Por eso cuando estallabas aventando cosas y gritando, en silencio aguardaba que el huracán pasara.
En una ocasión en la que querías irte de la casa, traté de abrazarte para que no te fueras, suplicándote. Al sentirte atrapado por mí, te enfureciste cada vez más, vociferando que te dejara en paz, que te permitiera respirar. Pero yo insistía en que te calmaras. Me empujaste, rompiste un vidrio y de todos modos te fuiste.
Hoy nuestros hijos han crecido, lejos de agradecerme el sacrificio que hice por ellos, me han dicho que se avergüenzan de mí, que les transmití mi miedo, mi sentido de culpabilidad, mi falta de autoestima, que no entienden por qué no fui capaz de levantar la cara y hacerme valer, por qué nunca puse un alto. Por qué si Dios me ama y me perdona, yo no soy capaz de amarme, perdonarme, y decirles a los demás cuál era el límite, cuál era la línea de mi dignidad...".
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Decía Jesús, "No me digas que me amas, dime cómo vives", "La familia que reza unida, permanece unida", "Sígueme este domingo a Misa". Iniciativa laguna un proyecto de valor y de valores de los laguneros y para los laguneros y el Mundo! Esperamos como siempre sus comentarios en: despertar_es@live.com. Lo invito a visitar mi blog en donde encontrará más artículos de su interés. www.familia.blogsiglo.com
"QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR".