Rompen en llanto. Algunos familiares estallaron en llanto al saber que las esperanzas de encontrar con vida a los mineros atrapados son casi nulas. Cansados. Algunos rescatistas descansan de las labores que realizaron ayer, con el objetivo de encontrar los cuerpos de los mineros restantes.
La tragedia de los mineros en "Los Pocitos" de Sabinas va en aumento y en el ambiente de los familiares se respira la impotencia y frustración por la pérdida de sus seres queridos. Pero las malas noticias van más allá de la explosión, ya que se ha suscitado una serie de anomalías en cuanto a la concesión que maneja las mina de carbón, ya que el dueño no se ha aparecido en la escena y de entre los mineros y familiares comienza a ventilarse la información que evidencia las condiciones peligrosas con que operaba el negocio.
Según el propio secretario del Trabajo Federal, Javier Lozano, le fue informado por medio de los empleados que la mina tenía laborando desde hace apenas 18 días, y que no contaba con los permisos de seguridad de Protección Civil ni de ninguna otra dependencia reguladora de la prevención de los mineros.
Trabajadores dijeron que el jueves de la semana pasada tres de ellos sufrieron vómito y desmayos por la gran acumulación de gas metano que hay dentro de las excavaciones, y que a pesar de haber informado eso a los jefes, no hicieron nada para protegerlos. ¿El resultado? Esto terminó en una tragedia: la explosión. Además, los sueldos ni siquiera estaban bien establecidos, ya que antes de cumplirse el mes de trabajo, les pagaban casi 80 pesos cada tonelada de carbón que lograban sacar a la superficie, para lo cual, se llevaban hasta 5 horas de trabajo para sacar apenas una.
Otra de las irregularidades reveladas es que hay empleados todavía menores de edad, aunque no se sabe cuántos y solamente se conoce el caso de Jesús Lara quien a sus 15 años se encuentra en recuperación en Guadalajara, Jalisco, en una clínica especializada en quemaduras para continuar con su tratamiento, luego de haber perdido un brazo y con pocas posibilidades de pensionarse por accidente laboral, ya que aparentemente no estaba afiliado al Seguro Social.
Por su parte, el alcalde de Sabinas, Jesús María Montemayor, habló con su pueblo para ofrecerles todo el apoyo necesario para sacar en menor tiempo posible al resto de los mineros, pues hasta ahora la lista es corta en relación de los trabajadores que se encuentran atrapados.
Hasta el momento son cinco los cuerpos que se han rescatado, el último fue a las 03:00 horas ayer miércoles, aproximadamente.
Además dijo que en las primeras horas de la mañana, la prioridad era apresurar las labores de rescate, ya que durante la madrugada, al rededor de las 05:00 horas, se suspendieron momentáneamente por la percepción de una "bolsa de gas", cuyo peligro era una nueva explosión y fue hasta las 09:00 horas que se reactivaron las labores de exploración.
Los rescatistas pusieron en marcha un nuevo plan que consiste cavar un túnel desde el pozo Uno hasta el Tres, donde se encuentran los cuerpos.
La ayuda de Chile sufrió un retraso en los vuelos y se espera que lleguen en las primeras horas del día de hoy.
El subdelegado de la PGR, José Rolando Segoviano Aispuro, llega con los elementos de la AFI y anuncia que ya hubicaron al dueño de la mina, Melchor González Vélez a quien mandaron llamar.
EL SIGLO DE TORREÓN
Torreón
Sabiendo que es un trabajo peligroso, habitantes de San Juan de Sabinas, Muzquiz y Sabinas, no tienen más opciones: saben que para ganar el sustento diario tienen que trabajar en una mina o en un pozo de carbón.
Los pozos de carbón son tiros verticales de hasta 120 metros de profundidad. En el fondo forman 4 cañones o cuevas que se hacen conformes van derribando el carbón. La estructura que los sostienen, la elaboran los trabajadores colocando unos troncos para soportar el techo, según avanzan.
"Es riesgoso, sabemos que arriesgamos nuestras vidas, pero es para el sustento de nuestras familias, pero con el favor de Dios salimos adelante", dice Diego Ibarra, quien es carbonero.
El trabajo inicia a las 7 de la mañana y termina a las 2 de la tarde. Los trabajadores antes de comenzar su labor, se colocan el equipo de protección personal que otorga el dueño del pozo: botas, guantes, casco, un autorrescatador -una mascarilla de oxígeno que dura 6 horas-. Llegan a un agujero de uno y medio metros de diámetro, que es la entrada del pozo. De ahí sale un tanque jalado con un mecate que atraviesa una polea en lo alto de la estructura metálica en forma de torre que está encima del pozo. El mecate se enrolla en un motor, al que llaman malacate, y con el cual se puede bajar el tanque en donde suben y bajan los carboneros.
Para sacar el carbón el tanque es llevado a lo alto de la torre en donde es vaciado hacia los lados. Los carboneros únicamente salen para almorzar e ir al baño.
"Yo soy carbonero, tumbo el carbón con una pistola de aire. Desde que entramos estamos agachados todo el turno porque los pozos son muy chicos, con la pistola tumbo el carbón y mi compañero lo echa a una carretilla. Abajo están los apuntadores y el planchero, el primero cuenta las carretillas y el segundo apunta las toneladas", dijo Ibarra.
Los pozos de carbón diariamente deben ser barrenados. El trabajo lo hace el barrenador para cerciorarse que no exista agua cerca, pues de lo contrario el pozo se puede inundar y matar a los trabajadores. Antes de iniciar el trabajo, un supervisor debe bajar a inspeccionar los niveles de gas, pues las altas concentraciones pueden ocasionar estallidos o intoxicar a los trabajadores, como ya ha sucedido.
En los pozos pueden estar de 10 a 20 trabajadores según la cantidad de carbón que tenga y la magnitud, y pese a esto ninguno cuenta con salidas de emergencia. Los dueños muchas veces los conectan entre sí, pero de igual manera siguen sin tener otra salida, más que la misma entrada, no hay escaleras, ni forma de salir más que a través del tanque.
Los trabajadores reciben un sueldo de más de mil 200 pesos según la productividad, cotizan en el Seguro Social con el sueldo mínimo.