Misa. El presidente de México, Felipe Calderón, su esposa Margarita Zavala y sus hijos, asisten a la misa dominical en la Catedral del Centro Histórico de Ciudad de México.
El presidente Felipe Calderón y su familia oraron ayer por la paz y por los pobres, pidiendo a Dios "tocar el corazón de los violentos", durante la misa que ofició el cardenal Norberto Rivera Carrera en la Basílica de Guadalupe para iniciar la Jornada Nacional de Oración por la Paz.
Acompañado de su esposa, Margarita Zavala, y de sus hijos, el jefe del Ejecutivo federal asistió a una celebración religiosa de manera pública, por primera vez desde que inició su mandato.
En la homilía, el cardenal sostuvo que hay una sana distancia entre el Estado y las iglesias, que le permite a cada uno hacer lo que le corresponde para alcanzar la paz. El Estado, dijo, tiene la obligación de garantizar la seguridad y gobernabilidad del país, y las iglesias se ocupan del bienestar espiritual de sus fieles.
La esposa del Presidente leyó un mensaje a nombre de la familia Calderón Zavala, en el que pidió a Dios por la paz, la justicia y por los pobres del país. "En mi familia hemos preparado una oración por nuestro querido México: que la esperanza, la justicia y la caridad toque con tu amor el corazón de los violentos y que los pobres encuentren el camino del progreso. Protege a tu pueblo, llévalo de la mano y condúcelo a la tierra prometida".
El Presidente y su familia llegaron a las 9:00 horas. El exrector de la Basílica, Diego Monroy, fue quien los recibió y tomaron su lugar frente al altar mayor, resguardados por personal del Estado Mayor Presidencial, que instaló arcos de seguridad en todos los accesos del recinto mariano y revisó las pertenencias de los sorprendidos feligreses.
Antes de iniciar la misa, el cardenal Rivera saludó a los peregrinos de la empresa Nacional del Cobre y el Centro General de México, y "con respeto y afecto al presidente de México y su familia", quienes le respondieron con una inclinación de cabeza.
En su mensaje, el prelado reconoció que México está herido porque los católicos han olvidado sus raíces cristianas y sus valores, y "se ha atacado deliberadamente a la familia, fundamento de toda convivencia social; se ha trastocado el don sagrado de la vida; se ha fomentado el desdén por la autoridad y su debida obediencia".
Sin embargo, sostuvo que México tiene futuro, porque los mexicanos aman la paz y quieren la reconciliación y un país del cual sentirse orgullosos. "Lo alcanzaremos si todos nos abocamos a reconstruir el tejido social, si nos empeñamos en educar en los valores religiosos, éticos y civiles a las nuevas generaciones, si nadie se siente ajeno a este grave compromiso de ser constructores de la paz, de una verdadera "civilización del amor", expuso el cardenal.
EFE