Es tiempo de crisis económica; cuando pensamos que la felicidad se evaporará en la medida en que no tengamos recursos para "comprarla". Grave error, al que hemos sido inducidos en el mundo del consumismo: la felicidad es algo más que tener, en términos materiales.
Le invito a que dialoguemos el tema y juntos analicemos ¿qué es la felicidad?, buscándola en formas y lugares correctos, donde la podemos encontrar.
Decimos que felicidad es el estado ideal de bienestar e incluye sentimientos profundos de satisfacción; esto es efímero y tratar de mantenernos en ese estado de agradable excitación es difícil de lograr; hay quienes piensan que se debe a la posibilidad de sentirla, después de un estado pasajero de dolor psíquico o físico.
Algunos, los menos, tendrán muchos de esos "chispazos" en la vida; otros los sentirán ocasionalmente, sin embargo, tampoco podemos asegurar quién es más o menos feliz, puesto que debemos incluir la profundidad en el sentimiento y, para acabar de complicar la medición, agregar el propio factor humano.
Hay quienes se permiten ser felices en mayor intensidad y quienes la limitan con la razón; otros, serán conscientes de ese bienestar y algunos más no alcanzarán a comprenderla y la pasarán sin haberla disfrutado plenamente.
Así, podemos pensar que ser feliz está sentenciado por la disposición personal a serlo. Qué curioso, ...¿verdad?
Contrario a lo que algunas personas creen, -ante esos problemas de los que desean liberarse- ser feliz no significa estar sin ellos, por el contrario, el sentimiento positivo queda cuando se resuelven los retos que le pone la vida a cada quien.
Hay quienes sienten felicidad midiendo sus avances en la autorrealización, postura aristotélica; otros, cuando creen ser autosuficientes, sin necesitar de nada o nadie, idea del estoicismo; algunos más, consideran alcanzarla al evitar dolor psíquico o físico y, más allá, cuando alcanzan el placer buscado, sea éste sensual, mental o corporal, como afirmaba Epicuro hedonista.
Ahora sabemos que existen áreas cerebrales -hipotálamo y amígdala- que reciben estímulos químico-eléctricos de partes más altas del cerebro por medio de precursores o mediadores biológicos, cuyo efecto se mide en sensaciones de felicidad; de hecho, las drogas aceleran esos procesos de liberación de sustancias, como las catecolaminas.
Existe una asociación que intenta medir el índice de felicidad en el planeta y se ha topado con resultados que son difíciles de interpretar.
Podríamos pensar que los países ricos cuentan con mayores índices de felicidad y que los pobres, por sus limitaciones materiales, padecerían la infelicidad.
Si creemos eso: estamos equivocados.
Los latinos, no sólo somos los más felices, sino que ese índice de felicidad va incrementándose: de cincuenta punto seis, en los años noventa, a cincuenta y ocho punto cinco, en el dos mil cinco.
El dato pierde valor interpretativo cuando vemos que Sudáfrica, tiene menor índice, con veintinueve punto siete, pero está apenas abajo de los Estados Unidos de Norteamérica, con treinta punto siete.
Entonces: ¿en qué estriba la felicidad verdadera?
Hay factores que se deben incluir para evaluar; entre ellos: la unión familiar y los códigos de comportamiento al interior de hogares latinoamericanos, incluidos los cubanos, quienes, según el análisis, tienden a salir de la isla -o intentarlo- por razones de conceptualización materialista de la felicidad.
Hacer lo que se desea y lograr éxito en lo que nos hemos propuesto, son inyecciones de vitalidad para la felicidad; también, tener una vida de relación social más cercana, como la vivida por los latinoamericanos.
Parece ser que marca diferencia el "vivir para el trabajo, contra trabajar para vivir".
Los grupos anglos, comprenden como forma de vida anteponer el quehacer laboral; nosotros, sabemos que trabajar nos genera los recursos económicos y hasta emocionales para la felicidad.
Aquí le pido que hagamos un alto en el análisis y acudamos al llamado a la sinceridad y la honradez: no trabajar y ser inútil para sí mismo, familia y sociedad, genera insatisfacción, minusvalía emocional e infelicidad.
Ser feliz, pues, es menos complicado de cómo nos lo presentan; no requiere de las enormes cantidades de dinero que permiten acceder a posesiones costosas; es mucho más simple, pero de nuevo reaparecen los interesados en que no lo descubramos, porque luego no podrían seguir explotándonos: "vendiéndonos felicidad".
Compartir el resultado del éxito genera más felicidad que un lujoso coche último modelo; pasar una velada casera, en compañía de seres queridos, da más satisfacción psíquica que acudir al restaurante más caro de la ciudad; sentirse querido por los cercanos, produce mayor placer emocional que ser reconocido por extraños.
Tristemente creemos lo contrario.
Si usted es de esos a los que "nos ha pegado la crisis", lo invito a que se atreva e intente probar de esos placeres que nos han hecho olvidar esos "otros", por ser nosotros complacientes y sumisos. ¿Se decide?