La noche del viernes 28 se celebró el primer festejo del Internacional Serial Taurino, con motivo del tercer aniversario del Coliseo Centenario. A pesar del clima fresco, la afición lagunera calentó el ambiente al interior del Coliseo. Sun duda el arte se respiró por instantes, destellos de la magnificencia de los lidiadores se hicieron presentes pero sólo por breves instantes.
Los mejores exponentes de la noche resultaron ser los diestros aztecas, a diferencia de la figura española que pasó con más pena que gloria por la arena del Coliseo, se constató el arte de Fernando Ochoa y el valor y tesón por alcanzar el triunfo de Octavio García, y el diestro español Julián López "El Juli" en plan de divo y con derroche de soberbia, la cual de tener filo con ella hubiera pasaporteado fácilmente a su enemigo. Digamos que lo más significativo fue el paseíllo y los lances que ejecutó en la arena pero sin enemigo.
En la primera parte de la lidia, tanto Fernando Ochoa como Julián López "El Juli" emularon actuación pues fallaron rotundamente en su primer intento con el acero, terminando con su enemigo hasta el segundo estoconazo, con lo cual se les esfumaron por igual los trofeos que en el mínimo de los casos, uno por diestro se pudieron haber llevado.
En el caso de Octavio García "El Payo", candente faena que pudo coronar en el cruce de voluntades pues al primer intento dejó el acero bien colocado pero sin efecto mortuorio, lo que le obligó recurrir al descabello intentando pasaportear al burel en repetidas ocasiones, finalmente el enemigo muere al cuarto intento. Con ello dejó de lado toda posibilidad de llevarse un trofeo, recibiendo sólo el reconocimiento y las palmas de los aficionados laguneros.
La segunda parte del festejo fue de diferentes matices, de más a menos y a más, de más por la única oreja que se cortó en el festejo nocturno; queda el detalle de Fernando Ochoa, que apéndice en mano da la vuelta y festeja el triunfo con la afición para luego coger un puño de arena y darle un beso en señal de aprecio y cariño por la región.
A menos. En base a la breve faena de Julián López "El Juli", que al parecer tenía prisa por salir del ruedo, aunque en sus manos estaba el poder de hacer una buena labor, sólo pegó un par de muletazos para luego pasaportearlo, por mala fortuna pinchó en dos ocasiones y con más maña que arte fulminó a su contrincante, retirándose ante la evidente reprobación de la afición, que sólo con abucheos, gritos y pitos manifestó su impotencia, guardando así el enorme deseo de ver una grandiosa actuación, ante el derroche de administración y soberbia del hispano.
Finalmente, me despido con el último adiós al reconocido torero mexicano José María Luévano Delgado, quien a sus 37 años dejó de existir. Que la Virgen de la Macarena le cubra con su manto y con esa ternura de madre le brinde eterna paz en su regazo.
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