El miércoles 6 de julio, ante una cuantiosa multitud vestida de blanco y rojo se dio el grito de "¡Viva San Fermín!", con ello iniciaron los mundialmente conocidos nueve días de fiesta tradicional y encierros taurinos de Pamplona, España.
Previamente llegaron a la capital navarra miles de personas de diferentes nacionalidades, grupos étnicos que sin hablar un mismo idioma comulgan en los festejos de San Fermín formando una gran familia, que para los días de clímax y hasta el 14 de julio superara la cifra de un millón de visitantes.
La mayoría de los turistas con deseos de vivir una fiesta en la que se permite todo o casi todo, y muchos otros ataviados en el tradicional traje blanco, pañuelo rojo al cuello y faja del mismo color. Con la mirada fija a la salida del ganado bravo y la intención de sentir la inigualable sensación que produce la adrenalina al saborear el peligro de correr delante de los seis toros.
Durante todos los días de fiesta, minutos antes de las 08:00 de la mañana los pamploneses y visitantes se mezclan hasta alcanzar el número de 3,000 a 3,500 participantes, todos prestos al desembarcar los animales e iniciar a la peligrosa carrera con recorrido de 850 metros por las calles del centro histórico de la ciudad y que concluye al llegar a la Plaza de Toros.
El peligro está omnipresente por espacio de cinco minutos, para muchos los más largos de su existencia, para otros los más emocionantes de toda su vida y para todos más peligrosos, pues en el recorrido están expuestos en el mínimo de los casos a caer, en otros a recibir los pisotones de la multitud y los animales y en el peor ser alcanzados por el asta de un toro.
Los registros arrojan que de la gran multitud participante al menos el 10% es herido de alguna manera y el 3% con percances graves, de entre los cuales los mexicanos han formado parte ya de la estadística. En los 100 años de festejos al menos 20 personas han perdido la vida, siendo el último un español, en el 2009, al recibir una cornada en el cuello.
Esta tradición se remonta al siglo XIX, cuando antes de cada corrida de toros el ganado de lidia era llevado a pie hasta la Plaza. Con un total de ocho carreras en las que los miles de participantes intenten correr por delante de seis imponentes toros de lidia, esquivando obstáculos y la multitud en su carrera por la ruta empedrada, que como antaño concluye en la Plaza de Toros.
Pasando a lo que ocurre en nuestra Comarca Lagunera, en especial relacionado con la fiesta de los toros, el pasado sábado dio inicio el serial de festejos menores en la Plaza Salvador Barrera de Lerdo, Durango, serial enmarcado con la participación de los alumnos de la Academia de la Cultura Taurina del Coliseo Centenario de Torreón.
Alberto Valdez es el nombre del primer triunfador, que al cortar la única oreja de la tarde, con ello logra por igual colgarse en el segundo cartel del serial, con aspiración de triunfar una vez mas hasta alcanzar el preciado trofeo rematado por el capote de paseo o en su defecto el capote de brega, ambos donados para quien obtenga el máximo triunfo del serial.
El segundo festejo de cinco se vivirá este sábado 9 nuevamente en punto de las 4:30 los parches y metales anunciarán la salida de los noveles espadas, esperamos que la afición acuda en mayor número para apoyar a los chavales en su deseo de mostrar lo aprendido en la academia y por qué no sentir la emoción de recibir las palmas por su labor ante la posibilidad del triunfo.
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