Tras escuchar los innegables avances que la administración del presidente Calderón ha logrado en materia de administración financiera y fiscal, en la reunión el día de ayer de consejeros nacionales y regionales de Nacional Financiera-Banco de Comercio Exterior, una de las preguntas que se hicieron fue si tales avances serán víctimas de los consabidos cambios sexenales.
La pregunta fue respondida por exsecretario de Hacienda, Agustín Carstens, ahora gobernador del Banco de México, en el sentido de que más y más los requerimientos de la economía de todos los países van en el mismo sentido de defender la estabilidad financiera, controlar la inflación y dejar que las paridades monetarias se acerquen lo más posible a las realidades productivas de las economías nacionales.
Las decisiones de la futura administración, del partido político que sea, tendrán que ceñirse en políticas hacendaria y fiscal a ser sensatas en sus gastos dentro de marcos de solvencia so pena de caer en las graves crisis que se están observando en Europa.
La cuestión tiene todavía más facetas. Los Estados Unidos nos muestran el desastre que se desencadena cuando no hay cordura en la extensión de crédito de todo tipo. En ese país las deudas hipotecarias salieron de todo control por abusos que la falta de vigilancia permitió. El monumental desorden domestico en el país más fuerte del mundo se sumó al de los problemas presupuestarios y fiscales europeos creando la dramática confusión que afecta la solidez del duro que 17 países emplean como moneda de curso.
Lo que cualquier cambio sexenal mexicano tendrá que evitar a toda costa es la extensión irresponsable de créditos por parte de los banqueros que al provocar insolvencia de los deudores pueden hundir en la solvencia a todo el sistema financiero nacional.
Se verá entonces, dijo el Dr. Carstens, que si bien la administración financiera y fiscal de México, no puede estar ajeno al comportamiento de los principales actores económicos del mundo, lo que importa es que el nuestro se mantenga firme. Así tendremos instrumentos firmes y confiables en que apoyar cualquiera estrategia que nos convenga implementar los tiempos de eventos impredecibles que nos esperan.
El tema que tocó el gobernador de nuestro banco central se extiende a los complicados escenarios del momento en los que los países industrializados están teniendo que realizar profundos reajustes que implican disciplinas que repercuten directamente en el nivel de vida de sus ciudadanos. La reducción en sus ritmos de actividad económica arrastra los nuestros hacia la baja. De ahí que ya sea frecuente declarar que los países en desarrollo debemos voltearnos hacia nuestros mercados internos para sostener el nivel de ocupación que genere poder de compra que sustituya, al menos en parte, las exportaciones perdidas.
Por otra parte, los debilitados países industrializados están viendo trasladarse su influencia económica a las economías "emergentes" como India, China, Brasil, Rusia, México, Vietnam y Turquía cuyos mercados tienen mejores índices de crecimiento que los países de economía madura. Los países en desarrollo están siendo usados cada vez más como plataformas de producción y maquila para de ellos lanzar productos al intercambio internacional.
Para México la falta de una política industrial y agrícola integrada que llevamos varias décadas de sufrir está impidiendo que imprimamos nuestro propio sello a estos cambios históricos y realicemos una gran expansión de nuestra economía. No contamos con una estructura productora bien orientada, presta y eficiente con la cual responder al reto.
La tarea de realizar por fin políticas económicas bien articuladas se extiende hacia el futuro. Deberá ocupar a toda la comunidad nacional en una gran coordinación de sectores de producción, laborales sociales y oficiales en la siguiente administración que gracias a la solidez financiera que ya tenemos podrá, si quiere, cumplirla.
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