Amigos y amigas:
Ayer fue una tarde tarde especial. Me fui a observar a la Plaza de Armas (parque central) de Torreón el “arborizaje” de los Tordos Cabeza Amarilla (Xantocephalus xantocephalus según me ha ilustrado nuestro apreciado ambientalista lagunero Dr. Francisco Valdés Perezgasga). Estas avecillas llegan a invernar por miles a la Comarca Lagunera (desconozco aún a qué otros lugares del país llegan con el mismo propósito).
El atractivo y por demás sorprendente hecho es que miles de estas invernantes se empeñan en acomodarse en unos cuántos árboles con los que cuenta la Plaza de Armas que para colmo hace pocos meses fueron podados a alturas no mayores de 6-8 metros y que para acabarla de amolar, estos árboles casi han perdido todo su follaje debido a las quemaduras de las heladas registradas en la región la semana pasada. Por una extraña razón es su lugar preferido de la ciudad para pernoctar por lo que se empeñan en acomodarse “a como dé lugar” en el aparente escaso espacio disponible. Ahora se pueden admirar mejor los “racimos” de avecillas negras con cabeza amarilla.
Poco antes de que el sol se oculte empieza el arribo incesante en parvadas de ¿50? ¿100? ¿150? Es difícil precisarlo porque tienen un vuelo muy rápido. Pero también arriban varias parvadas que son unas verdaderas “mangas” quizá de miles de avecillas. Y lo más sorprendente es que llegan a gran velocidad y al arribar al lugar se dejan caer en picada, como verdaderos kamikazes, pero que no provocan ninguna colisión entre ellas.
Pregunté a quienes resguardan dicho paseo si por las mañanas encuentran avecillas muertas, pero extrañados por la pregunta contestaron que prácticamente nunca.
Pensando en el asunto, me acordé que dicho espectáculo natural se presenta invariablemente año con año sin saber precisar desde cuándo, que siempre lo hemos visto, pero que jamás lo observamos y menos aún lo disfrutamos.
Se me ocurre que valdría la pena que las autoridades municipales promovieran entre la población torreonense el darse en estas tardes una pasadita por la Plaza de Armas para atestiguar este fenómeno migratorio que nos prefiere para venir a “veranear” a nuestra región. Desde luego hay que verlo de lejecitos para evitar alguna mancha en la ropa.
Les decía que hoy fue una tarde muy especial porque además de lo anterior, ya para oscurecer y con un cielo clarísimo, y ubicándome en la acera oriente de la Plaza, se podía observar la luna en cuarto creciente y el planeta Júpiter.
Una postal realmente bella amenizada por los trinos de miles de Tordos Cabeza Amarilla.
A mis paisanos de Torreón les sugiero se den una vuelta alguna de estas tardes para presenciar este espectáculo. Y a quienes están lejos los invitamos muy cordialmente a que vengan a nuestra ciudad entre otras cosas, a presenciar este espectáculo.
Les envío un abrazo a todas y todos.
Ciudadano de Torreón.
Héctor Astorga,