¿Acaso hay guerras limpias?
El adjetivo, cuando no da vida, mata. (Huidobro)
Los adjetivos atados al sustantivo “guerra” son los utilizados por los traidores de la paz. La palabra “guerra” es tan terriblemente significativa que siempre debería aparecer desnuda, ninguna otra palabra debería prestarse a socorrer su exhibición. Es un adjetivo mercenario, se colocan al lado de la guerra o disfrazan de algo que parece ser bueno o noble, adjetivos que se pronuncian más alto que el sustantivo “guerra” que los arrastra, como guerra contra el crimen o el narco, o hasta términos mesiánicos usados por Felipe Calderón como, “guerra contra los enemigos de la patria”.
La violencia siempre va a generar violencia, por su propia naturaleza no puede engendrar algo diferente, es ilusorio pensar lo contrario, los gobiernos de derecha en la historia del mundo siempre han tratado de retener el poder por medio de la fuerza y el terror, las estrategias mediáticas frecuentemente conocidas como guerra sucia, utilizadas para enlodar a los adversarios políticos del Partido Acción Nacional, han empañado la incipiente vida democrática del país y han enfrentado a la ciudadanía de igual manera que en la guerra contra el crimen de Calderón, los muertos son compatriotas y trágicamente en algunos casos hasta familias enteras las víctimas. Nos trata el Gobierno Federal como si fuéramos una sociedad infantil y el panismo trata de asustar con el petate del muerto como lo hizo con la campaña contra el “Peje” de ser un peligro contra la nación, a estas alturas es difícil definir los linderos que separan a Calderón de su propio pronunciamiento, el saldo sigue siendo rojo en todas las aéreas de la Administración Federal, ya ni se diga en el caso del empleo, pero ya basta de tanta burla a nuestro intelecto, ya basta de sostener a funcionarios como el Ingeniero mecánico Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública Federal.
El titular de la SSP posee vehículos, motocicletas, restaurantes, residencias y fincas campestres que difícilmente pudo haber adquirido con los ingresos que percibe como servidor público. Esos bienes siguen sin aparecer en la declaración patrimonial que está obligado a presentar anualmente cada mes de mayo. Hace un año, Reporte Índigo reveló que en Monte Funiar No. 21, en el exclusivo fraccionamiento Jardines en la Montaña, Delegación Tlalpan, el secretario estaba construyendo una residencia valuada en alrededor de 20 millones de pesos. La segunda que tenía en esa zona, porque al mismo tiempo era propietario de una casa en Montaña de Omoa No. 17 con un valor de 7.5 millones de pesos, eso hace ver lo hecho por el otrora tristemente célebre personaje, el general Durazo, mejor conocido como el “Negro Durazo”, como un juego de niños.
Una guerra crea confusión y cuando los mensajes llegan a nuestros oídos se vuelven expresiones que no entendemos y que, sin embargo, nos resulta muy fácil repetir. Alguien nos las repite una y otra vez hasta hacernos ver lo que no es posible ver. Sencillamente, porque no existe. No hay guerras justas y mucho menos limpias pero el virus del contrasentido ha sido inoculado. Así se crea el “lugar común”. Son estereotipos. Están aquí. Persiguen ocultar la realidad. Esos pares cumplen su función y de este modo el Gobierno Federal gana tiempo, este lenguaje de guerra es el heraldo que precede a los gobiernos de derecha, el lenguaje de guerra que trae la guerra, guerra en el lenguaje. La primera víctima, la verdad. La muerte del sentido.
Luis Enciso Canales