‘La Patria es primero’
Contundente frase que corona el presidium de la Cámara de Senadores.
Aplica a todos los mexicanos, pero más aún a los legisladores de ambas cámaras, dado que allí se cocina diariamente el bienestar de la nación o en su defecto su malestar.
Los quinientos diputados en su diario actuar demuestran con mucha claridad sus prioridades, empezando con su propio y promisorio bienestar, amén de su esponjado EGO.
Seguido de obediencia a su respectivo partido y por supuesto oscuros intereses que no alcanzamos a detectar los afligidos mexicanos, pero ciertamente la Patria para ellos ocupa un lugar de tercera importancia.
Pues ya lo vemos que no se aprueban las urgentes reformas como la laboral.
Los mexicanos sabemos que tenemos tres partidos y cinco comodines o acomodaticios pseudopartidos, negocios familiares de algunos vivillos que mueven sus fichas como si la nación fuera un casino.
Y apoyan al que más les acomoda.
Estos quinientos individuos están encuadrados en porras lidereadas por un avezado dinosaurio que orquesta cada partido y todos identificamos de cada equipo, quien mueve y reparte el balón de tal suerte que se pudiera reducir el número de porros a ocho sujetos o sea los líderes, uno por partido.
Pero como la representatividad en votos de cada partido en proporciones numéricas harían que los partidos -negocio- no alcanzaran a completar un jugador y ni modo de mandar una fracción de individuo, pues pudiera incrementarse el número.
Pero ciertamente estos sujetos que sirven únicamente para corear o abuchear o desplegar mantas y repetir como loros las instrucciones de su mánager pues ciertamente con cincuenta individuos sería sobradamente suficiente y los otros cuatrocientos cincuenta, inútiles señores que se fueran para ser mantenidos por su respectivo partido.
Se eficientaría la toma de decisiones y no se harían las largas discusiones de bobadas.
Como la despenalización del adulterio que es una bola de humo y se desaparecerían las bancadas o manadas.
Ciertamente la Patria les agradecería en el alma. Que legislaran para alcanzar algún día esta utopía, pero como sabemos que ello iría en contra de sus voraces intereses, pues la Patria seguirá aguantándolos, sólo Dios sabe hasta cuándo.
Torreón, Coahuila.
Arturo Pedro Salas,