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El enemigo está aquí adentro

Cada vez resulta más evidente, para un creciente número de mexicanos, que el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional con sus paleros menores, Partido Verde Ecologista de México, Nueva Alianza y la parte más vergonzante del Partido de la Revolución Democrática, tienen el control de las instituciones.

El gobierno y las instituciones no están operando. Se ha perdido el Estado de Derecho y la institucionalidad, indispensable para que se respete el orden jurídico. No tenemos paz porque la injusticia campea por todo el territorio nacional.

La históricamente anhelada, costosa en todos aspectos, prostituida y tan cacareada democracia en México se ha convertido en una partidocracia que avanza inexorablemente hacia una “kakistocracia” (el gobierno de los peores).

La oligarquía empresarial apadrinando a los partidos en ambas cámaras, coludida con las mafias del narco y con las mafias mediáticas.

En trabajo conjunto han despedazado el tejido social, socavado la esperanza y minado las ilusiones de un pueblo que cada vez menos puede ofrecer a su juventud.

Es cada día más evidente el desprestigio social que acumulan los partidos, con dirigentes corruptos, traidores, ineptos, prepotentes, que anteponen su beneficio personal al desarrollo del país. Han despilfarrado la riqueza nacional de manera irresponsable en los últimos treinta años.

Si se atiende al descontento social a nivel mundial, la indignación se ha globalizado. Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen, España, precisamente porque se excluye a los ciudadanos y se privilegia la partidocracia. Aquí en nuestra Patria, la protesta del poeta Sicilia es la vertiente mexicana de los “indignados” españoles.

La denominada “democratización” únicamente ha logrado que desde hace dos décadas, reciban los beneficios del poder. Los tres partidos grandes en alianza de facto le impiden a la ciudadanía participar en la disputa por el poder en los tres niveles de Gobierno. La partidocracia se resiste a la democracia real.

Los miembros del Congreso no están dispuestos a legislar para no renunciar a los privilegios que jamás debieron tener. Son de escándalo sus salarios y prestaciones, con el agregado de que su fuero es discriminatorio y su impunidad creciente.

Si queremos encontrar solución a la encrucijada de crisis que estamos padeciendo, requerimos de un Estado de Derecho constitucional e institucional que permita garantizar el orden y el respeto a las leyes para acabar con la impunidad, aplicando el castigo correspondiente a los delincuentes, y evitando el extremo despilfarro en canonjías y sueldos.

Necesitamos urgentemente convertir esta creciente indignación en acciones y logros para reconstruir el tejido social destruido en México.

Torreón, Coahuila.

Carlos Pérez Valdés,

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