Extorsión, el pan de cada día
Ayer recibí una indeseable llamada telefónica de un número privado, que desde el principio,- dadas mis dos experiencias anteriores, las tres, en un período récord de 8 meses; una con el cuento del premio obtenido por el uso de mi celular y otra con la trillada historia navideña del pariente paisano detenido en el aeropuerto-, el interlocutor al iniciar su perorata, por su manera de expresarse, en esta ocasión con un “toque” imperativo, percibí e intuí que se trataba de una llamada “clásica” de un extorsionador, misma que se tornó realidad.
Su rápido monólogo, -para envolver con una estrategia psicológica bien estudiada y experimentada al destinatario, supongo, escogido al azar, y para abreviar el costo de su llamada vía celular- , inició informándome que representaba a un grupo que tenía un acuerdo con la Policía para proteger a los ciudadanos del estado.
Se presentó como el comandante J-29 perteneciente a un conocido grupo armado. Quien me informó: “Que alguien que quería dañarme y perjudicarme por alguna envidia me puso ‘el dedo’ incluyéndome en una lista negra con la intención de hundirme, y que ellos hacían contacto conmigo para protegernos a mí y a mi familia, externando que estaban enterados que yo era un hombre adinerado, honesto y de trabajo”.
Lo interrumpí ya que no paraba su verborrea, ledije que se equivocaba, que yo no era una persona adinerada sino asalariada con una vida modesta, que le agradecía su información y en seguida colgué, impidiendo que siguiera avanzando con su “generosa” exposición.
¿Cómo es posible o qué intereses impiden acabar con este tipo de delitos que roban la tranquilidad a los mexicanos de todos los niveles socioeconómicos que con frecuencia son víctimas de amenazas?, extorsiones que por supuesto provienen todas de teléfonos celulares que son utilizados por los delincuentes protegiendo su anonimato, lo que les permite operar prácticamente sin riesgo y con total impunidad.
El Gobierno de México con toda razón pide que se detenga el flujo de armas hacia nuestro territorio, pero no es contundente en cuanto a tomar las medidas necesarias para parar de una vez por todas el suministro y uso de celulares para delincuentes que los utilizan como verdaderas armas para extorsionar al vejado pueblo de México.
Cuernavaca, Morelos.
Francisco Benavides,
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Boletos para estudiantes
Hago pública mi indignación por la limitada venta de boletos para estudiantes en las principales líneas de transportes nacionales en la central autobuses de Gómez Palacio, ya que condicionan la venta por camión a solamente seis lugares.
Sin embargo, nadie supervisa la veracidad de esta venta, solamente dicen: “ya no hay cupo, pague el total del boleto”. ¿No hay quién defienda al estudiante?
Gómez Palacio, Durango.
Elvira Sánchez,