La ciclopista que se está construyendo en el Boulevard Constitución.en Torreón ha suscitado un gran número de críticas, principalmente de automovilistas. No he oído aún una crítica por parte de los ciclistas urbanos que serían, en este caso, los destinatarios -y los conocedores- de la materia que se discute. Tampoco he oído ni leído aún que alguno de los acérrimos críticos de la ciclovía basen sus opiniones en un análisis serio, en pedales, sobre los méritos o fallas de la ciclopista.
La visión de los espacios públicos es radicalmente diferente si se hace desde un veloz coche, que si se hace caminando o en bicicleta. Cambian las percepciones y cambia la densidad de la información. Por ello creo que es importante valorar una ciclopista desde una bicicleta. Confieso que lo hice el domingo (ocho veces, dos de ellas en compañía de seis ciclistas más) y lo hice otro día (dos veces). Por ello no me había pronunciado al respecto.
La ciclopista la encontré suficientemente amplia y cómoda. Saber que va uno sobre un espacio del que los coches están vetados da una sensación de seguridad que no se tiene cuando se circula en espacios compartidos con los automotores. Sin embargo, no se puede rebasar salvo en los puntos en que los dos carriles se unen en uno sólo.
Una de las críticas más frecuentes es que los carriles son demasiado estrechos. Hay multitud de criterios para el ancho de las ciclovías. En algunas ciudades usamericanas se habla de un mínimo de 1.2 metros, en el estado de Tennessee se mencionan dos metros como mínimo. En Portland, Oregon, donde más se ha impulsado el uso de la bicicleta, sus ciclopistas van de 3 a 5 metros de ancho en vías de dos sentidos. La del Boulevard Constitución tiene un ancho de 1.4 metros por carril. La ciclopista del Paseo de la Reforma en la capital del país es de 1.7 metros de ancho con un resguardo de medio metro para poder esquivar las puertas de los automóviles que pudieran abrirse intempestivamente.
Una duda que yo tenía y que también se ha esgrimido como crítica, es el paso de las bicicletas en los cruceros. Al quedar prohibidas las vueltas a la izquierda para los coches y ser suplantadas por las mal llamadas “vueltas inglesas”, bastará un semáforo de bicis que reproduzca los ciclos de siga y alto de los semáforos del boulevard para dar continuidad al paso de las bicis.
Mi crítica a la ciclopista, como ciclista, es que a mi juicio debió haberse hecho donde ya circulábamos los ciclistas, es decir, sobre el arroyo vehicular. Debidamente segregados de la circulación de carricoches, como ya se hizo en el Paseo de la Reforma en el DF. Esto cancelaría cajones de estacionamiento, quitándole superficie a su majestad el coche. Durante mis pedaleadas entre la Colón y la Cobián he visto ciclistas que siguen usando el pavimento junto a los coches y ciclistas que usan la ciclopista. Igual que lo que sucede con las amplias y nuevas banquetas del Boulevard Río Nazas. Habrá que ver que pasa una vez que la ciclopista esté en funcionamiento desde la Múzquiz hasta el Nudo Mixteco. Hago votos porque se sigan construyendo ciclopistas en nuestra ciudad y en todas las ciudades de La Laguna. Ciclopistas seguras, amplias y que nos lleven de un sitio a otro.
Los ciclistas reportamos beneficios a nosotros mismos y al resto de nuestra comunidad. Nos mantenemos en forma. No contaminamos ni hacemos ruido. Demandamos mínimas infraestructuras. Cada ciclista que se mueve por Torreón deja libre un cajón de estacionamiento al tiempo que al circular ocupa la octava parte de la superficie de pavimento que ocupa un coche.
Ojalá y esta discusión se haga con datos y con conocimientos. Y ojalá, que todos los críticos de la ciclopista, a quienes les preocupa tanto la seguridad de los ciclistas, se unan a las voces que demandamos mayor seguridad vial para peatones, personas con capacidades diferentes y ciclistas al tiempo que impulsamos todos formas de transportarnos más modernas, limpias, pacíficas e ilustradas.