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El aborto y el fascismo

Fascista fue la expresión que resumió al señor Hitler y su afán asesino, en aras de la depuración social para que sobreviviera el más apto y fuerte.

Hoy nuestra sociedad se perfila como fascista, se autoriza al asesinato masivo de seres humanos totalmente inocentes, y lo peor, que no pueden defenderse, pues ni siquiera tienen voz, menos voto.

Y en un alarde de eufemismo se le llama interrupción del embarazo porque decir “aborto” es grotesco de porsí. Decir aborto, ya era desconocer la correcta expresión que es “asesinato de un inocente”.

Los argumentos pseudoválidos: reducir la muerte de mujeres por la clandestinidad de esta práctica, reducir la cantidad de niños que queden en las cloacas y/o la basura, en la miseria o las drogas y la mendicidad.

Todo esto tan real como el día y la noche, pero en la equivocada premisa de este asesinato que es para privilegiar “el proyecto de vida de la mujer”, se abren las puertas al salvajismo y la barbarie del fascismo porque los ancianos también son un estorbo que afecta “el proyecto de vida” de sus familias y la sociedad, también los enfermos y los discapacitados porque no está bien que anden vendiendo naranjas o arastrándose en un carrito de baleros o en la mendicidad o dando mal aspecto.

Este pavoroso retroceso a la barbarie, coloca a nuestra soberbia sociedad del siglo veintiuno al nivel de las ratas que en condiciones de hacinamiento se exterminan mutuamente, hasta que el número es adecuado para su supervivencia.

Me niego a aceptar que la miseria humana se apodere de nuestra sociedad hasta estos niveles de salvajismo y nuestros flamantes conocimientos no se percaten que estas cómodas salidas significan un retroceso a nivel de los primates de las cavernas.

El avance de una sociedad se mide cuando privilegia la vida sobre la muerte y la dignidad del ser humano sobre la miseria.

Los hospitales, la medicina y los médicos intentan aliviar el dolor y dignificar y alargar la vida del “ser humano” jamás han intentado desconocer que la muerte existe y que es tan real como la vida y su objetivo es salvar la vida, no quitarla. Y aunque la muerte triunfara el hombre siempre luchará.

Así pues nuestra sociedad debe luchar por apoyar a estas mujeres por supuesto, y que se les debe proporcionar salidas dignas a su situación, pero jamás queramos acabar con un problema social asesinando a personas.

Y recuerden señores legisladores y señores de derechos humanos, la vida de un ser humano no es negociable, no se debe privilegiar la vida sobre otra vida, y si somos el arrogante homo sapiens, estamos obligados a buscar otras alternativas de salida o caeremos en los terrenos pragmáticos del tal Adolfo Hitler. Y ciertamente pues que Dios nos guarde de su santa mano.

Torreón, Coahuila.

Arturo P. Salas Juárez,

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