Ausencia de valores
Cuando alguien trata de explicar qué pasa en México, una de las causas que suelen aducirse es que se han perdido los valores. Pero, ¿a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de valores y específicamente cuando se habla de “valores humanos”? En el diccionario se encuentran estas definiciones de valor: “Un valor es todo aquello que se presenta a la inteligencia como un bien, sea éste real o aparente”… “Un valor es algo que adquieren las cosas en función de su utilidad”… “Un valor es una cualidad especial que hace que las cosas sean estimadas en sentido positivo o negativo”.
De esas definiciones se deduce que un “valor” es una propiedad de todas las cosas porque existen en función de algo; en biología, por ejemplo, todo aquello que favorezca a un ser vivo para su desarrollo como ser vivo es un “valor” para él; en contraparte, todo lo que amenace la vida o su función óptima será un “anti-valor” para ella, puesto que actúa en su contra.
Refiriéndonos a los “valores humanos, éstos son los que un ser humano adopta para vivir; los que, además de dar significado y sentido definido a lo que hace, forman su mística personal; es decir, expresan su manera particular de ser humano. A partir de este criterio, una definición de “valor humano” se expresaría de esta manera: “Valor humano” es todo bien o virtud que conduzca al ser humano a ser mejor lo que ya es; es decir, un mejor ser humano”. A partir de esta definición, no será difícil identificar cuáles son esos bienes o virtudes que nos harán mejores: bondad, honestidad, responsabilidad, lealtad, verdad, libertad, solidaridad, etc.
Muchos pensadores sostienen que los “valores humanos” no “valen” por sí mismos, que es el ser humano quien, al vivirlos, los hace valer. Este criterio nos lleva a considerar que si lo que da “valor” a los valores humanos es la persona, necesariamente ella será el supremo valor. Y puesto que las sociedades están integradas por personas, si éstas se “humanizan” asumiendo y viviendo los valores “humanos” será posible que las sociedades se “humanicen” también. Pero si, por el contrario, se ignora el valor de las personas y, por ende, el principal y más importante de los valores humanos, entonces la “deshumanización” de una sociedad será inevitable, de ahí que quienes formamos la sociedad, y en particular sus gobiernos, tenemos la responsabilidad de vivir y promover los valores humanos, si se aspira a que ésta sea más “humana”. Lograr esto no es una tarea fácil, se requiere de un largo y complejo proceso de concientización que debe empezar en el seno de las familias y continuarse luego en las escuelas, colegios, universidades, iglesias y medios de comunicación, de lo que se trata es de “impregnar” todo el medio ambiente para que los “valores humanos” sean “contagiosos”.
No tomar en cuenta los valores humanos como marco de orientación para vivir, es atentar contra la posibilidad de alcanzar la plenitud de lo “humano” y construir juntos una mejor sociedad.
Gómez Palacio, Durango.
Rodolfo Campuzano,
