Los indignados
Llegó ya a México el movimiento de “los indignados”. Promovido inicialmente en España este movimiento se ha extendido, poco a poco, por el resto del mundo. La mayoría de los adherentes son jóvenes inconformes, y más que inconformes, indignados, como el nombre del movimiento lo indica, por las condiciones sociales prevalecientes globalmente en donde el desempleo, la falta de oportunidades y la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos, son la constante. Manifestando su hartazgo sobre la actuación de los políticos sobre el manejo de dichas condiciones sociales y, en particular, sobre la economía, los “indignados” exigen que se den cambios a nivel global. Y tienen razón, la situación es ya intolerable por injusta.
Pero junto con los cambios políticos sociales indispensables es necesario también, y quizá principalmente, un cambio en las actitudes en ellos mismos, y, en general, en toda la humanidad. En un estudio realizado por encargo de la ONU, Mesarovic y Pestel, en su libro titulado “La humanidad en la encrucijada”, hacen esta afirmación concluyente: “Una nueva sociedad será posible sólo si en el proceso de desarrollarla se forma un nuevo ser humano, o en términos más modestos, si ocurren cambios fundamentales en los valores y actitudes de los hombres”. Es obvio que los investigadores no ven que se pueda dar un cambio significativo si sólo cambian las estructuras de gobierno, las políticas económicas, las ideologías, o los partidos en el poder; para ellos es indispensable que se forme “un nuevo ser humano”, misión prácticamente imposible en el corto y mediano plazo, o “en términos más modestos”, es decir, usando un lenguaje coloquial, “ya de perdidos”, “que ocurran cambios en los valores y actitudes de los hombres”. ¿Qué o cuáles valores y actitudes es necesario que ocurran ya? La realidad observable a nivel mundial nos refiere a uno principalmente: dejar de estar sometidos al dominio del afán desmedido de tener, valor eje que mueve las actitudes y las conciencias, y recuperar el valor del ser. ¿Será esta también una utopía inalcanzable? Dependerá de la educación que se dé a las nuevas generaciones cambiando, ya desde ahora, su patrón o paradigma de que el éxito reside en tener más dinero en el menor tiempo posible. Conseguir esto requiere no de lecciones teóricas, sino de que los adultos demos testimonio de que, para nosotros, el ser, es decir, el valor de la persona en sí, tiene más valor que su riqueza.
Gómez Palacio.
Rodolfo Campuzano,
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Inconformidad
Si cierran Compresora les cerramos la Presidencia, ahí vivimos gran parte del día, qué quieren, que nos quedemos en nuestras casas sin hacer nada, ahí convivimos bien bonito, somos una gran familia, los niños indígenas que comen a diario los conocemos a todos, las personas con discapacidad también, el lugar está bien, por qué de pronto lo cierran y aprovechando que era fin de semana, no nos dieron oportunidad siquiera de decir qué pensábamos. Cómo extrañamos al señor Caballero, una chulada de muchacho, siempre nos procuraba y nos escuchaba, y si necesitábamos algo nos lo llevaba y hasta fuimos a cursos y pláticas y tuvimos torneos. Desde que lo botaron del DIF ya no hay nada, ni medicinas ni lentes ni sillas ni despensas, no más nos dan largas, y ahora si nos quitan lo que es nuestra segunda casa es como herirnos a los que somos viejos. Que abra bien los ojos el presidente y se dé cuenta que acaba de hacer una injusticia a los que ya vamos de salida en esta vida.
Torreón, Coahuila.
Sotera Martínez,