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FORTALEZA PASAJERA

POR SALVADOR KALIFA

El lunes 17 de enero, por primera vez en más de dos años, la cotización del dólar en el mercado interbancario se ubicó temporalmente por debajo de los 12 pesos. Desde entonces lo ha hecho en otras ocasiones, pero no ha podido dejar de oscilar alrededor de ese precio.

Este comportamiento ha hecho que de nuevo se ponga de moda la idea del súper peso, con diversos analistas colocando ahora el precio del dólar entre 11.5 y 12 pesos para fin de año.

Ésta no es la primera vez que nos encontramos con un episodio de apreciación del peso, pero en todas las ocasiones anteriores hemos visto cómo, después de un tiempo, nuestra moneda cae nuevamente frente al dólar.

¿Será acaso diferente en esta oportunidad? Para responder esta pregunta conviene hacer algunos comentarios que ayudan a determinar si estamos realmente en una trayectoria duradera de fortalecimiento de nuestra divisa, o si su vigor es pasajero.

La apreciación del peso desde el año pasado se debe, esencialmente, al aumento en la oferta de dólares por la aplicación de una política monetaria sumamente laxa por parte de la Reserva Federal (Fed), que fortaleció prácticamente todas las divisas, así como a una opinión favorable de los analistas financieros sobre nuestro país.

La decisión de la Fed de continuar con el relajamiento cuantitativo durante la primera parte de este año sólo viene a confirmar esa tendencia. No nos extrañe, por tanto, que mientras no ocurra algún problema serio con la deuda soberana de los países débiles de la eurozona, veamos un fortalecimiento adicional de las monedas de las economías emergentes, entre las que se encuentra el peso.

Una cotización del dólar por debajo de los 12 pesos es, por tanto, posible, pero no durará mucho tiempo. Por un lado, pudiera hacer que nuestras autoridades decidan intervenir de manera más agresiva en la operación del mercado cambiario.

En efecto, Banco de México (Banxico) ha estado vendiendo o comprando dólares en el mercado cambiario prácticamente todos los días desde que empezó la administración de Calderón. Esto contradice, por cierto, sus declaraciones a fines de enero en Davos, Suiza, en cuanto a que su gobierno no interviene en el mercado de divisas. En la práctica nuestras autoridades han demostrado que se sienten cómodas con un intervalo de 12 a 14 pesos para el precio del dólar. Cuando superó los 14 pesos se dedicaron a vender dólares y cuando bajó de 13 pesos suspendieron las ventas y comenzaron a adquirirlos.

En la actualidad Banxico compra alrededor de 600 millones de dólares cada mes, por lo que si continúa el fortalecimiento del peso no sería raro que decidieran elevar esa cantidad, si no por otra cosa, por el efecto negativo que tendría la apreciación de nuestra moneda sobre las empresas exportadoras.

Ahora bien, es importante estar conscientes que esa apreciación se debe a los flujos de capital financiero, que por su propia naturaleza son volátiles, y no a mejoras sustanciales en la productividad de los factores productivos en el país, que se traduce en un superávit de las cuentas externas.

La apreciación del yuan chino, por ejemplo, y las presiones que existen para que se revalúe más, se fincan no en los flujos financieros de capital, sino en un crecimiento espectacular de su productividad y los elevados excedentes de su comercio exterior.

En dicho contexto, la moneda de China, como ocurrió hace décadas con la de Japón, se encuentra en una clara trayectoria de apreciación frente al resto de las divisas del mundo, incluyendo el dólar estadounidense.

Lo mismo no se puede decir, sin embargo, del peso mexicano. El Ejecutivo y el Congreso no sólo no han sido capaces de instrumentar las reformas estructurales que lograrían un avance rápido de la productividad, sino que, además, con su apatía han permitido que, para todo fin práctico, desapareciera el Estado de Derecho en nuestro país, que hoy está en manos del crimen organizado y la delincuencia común.

El presidente y los legisladores han estado muy ocupados, eso sí, con puras trivialidades, como encabezar la lucha contra el cambio climático y legislar sobre la comida chatarra, que no son las preocupaciones que agobian a los mexicanos, ni tampoco se van a resolver con sus acciones.

Me temo, por tanto, que el peso no se encuentra en una trayectoria duradera de apreciación. Su fortaleza actual y la que pudiera mostrar en las semanas y meses siguientes no se fincará en los cambios ocurridos dentro del país, sino en la veleidad de los capitales financieros.

Considero, en consecuencia, que el peso volverá a depreciarse frente al dólar, relativamente pronto si se agrava la crisis de deuda soberana en Europa, o algo más tarde, cuando la Fed comience otra vez a subir las tasas de interés y los capitales decidan regresar a puerto seguro.

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