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Gira sin brújula

JORGE MONTAÑO

Al inicio de su gobierno, Obama mostró un interés inesperado por acercarse a América Latina y el Caribe. Participó en la Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobago, donde incluso tuvo contactos, que manejó con habilidad, con personajes tan poco afines como los presidentes de Bolivia y Venezuela. La secretaria Clinton intentó posteriormente, mediar sin éxito en el entuerto hondureño. Hasta hoy, los escasos esfuerzos estadounidenses de acercamiento han sido fallidos.

Hay certeza en la región de que la crisis económica interna y la incursión de la derecha aislacionista que domina el Capitolio explican el abandono de los vecinos del sur, no obstante las innegables carencias que enfrentan muchos gobiernos. Este descuido, que es histórico, se interrumpe cuando surgen amenazas a sus intereses. Lo más cercano es su incursión en los 80, en el conflicto centroamericano, en cuyos inicios actuaron con señalada torpeza hasta que Bush apoyó los esfuerzos de Naciones Unidas para que se firmaran los acuerdos de paz en El Salvador y Guatemala. Hasta ahí llegó su solidaridad. Nunca destinaron recursos suficientes para reconstruir sus precarias economías.

El reciente periplo de Obama tuvo vicios de origen en un itinerario poco representativo y la acumulación de temas urgentes en la agenda internacional. La irritación de los gobiernos excluidos les confirmó que no hay expectativas de cambio con esta Casa Blanca, estimulándolos a fortalecer vínculos con nuevos actores, como es el caso de la inversión china, que tiene espacios cada vez más importantes en América del Sur.

La burocracia washingtoniana, que sobrevive los cambios partidarios, no ha logrado conformar una política consistente, alejada de las coyunturas de escasa temporalidad. El criterio más utilizado es actuar cuando los cauces políticos están rotos. Se ignoran los beneficios innegables de la diplomacia preventiva, cambiándolos por una administración superficial para evitar conflictos. Han dado por sentado que la mejor política es la inacción, destinando recursos y atención a otras regiones con síntomas de inestabilidad amenazante. Nuestra tranquilidad, justifica su desatención.

La importancia mundial de Brasil no generó mayor reflexión de Obama. Se agotó en fotos maquilladas y en declaraciones exhaustivas sobre la tragedia japonesa y la inestabilidad en el mundo árabe. No dejó su paso por este país, más secuela que un supuesto desaire de Lula, que seguramente fue una actitud de respeto a la nueva presidenta al no presentarse a la cena de Estado. Esta trivia marcó la tónica del viaje que pudo servir para mandar mensajes a los aislacionistas en el Capitolio, reticentes a aprobar recursos para programas del ejecutivo en el exterior.

La visita a El Salvador fue la menos afortunada en términos estratégicos. Después de dos décadas, Centroamérica está de regreso en la agenda política, debido a los embates del crimen organizado que amenaza los avances democráticos logrados por la mayoría de estos países. Actualmente, es una de las regiones más violentas del mundo, con una tasa de homicidios de 33 por cada 100 mil habitantes, tres veces el promedio mundial. Se desperdició, por falta de sensibilidad diplomática, la oportunidad de reunir a los presidentes de los seis los países. Nadie informó a Obama que esta es práctica común en la zona.

La gobernabilidad en el istmo es muy frágil. Los cárteles mexicano-colombianos han creado bases para asegurar el traspaso de droga rumbo a Estados Unidos. Por insistencia de México, la Iniciativa Mérida contempla un apoyo recortado por el Congreso que llega a cuentagotas. Las pandillas se han multiplicado en la gama variada de actividades que realiza el crimen organizado en la región. El apoyo para evitar inestabilidad debería ser una prioridad compartida por Canadá, Estados Unidos, México, Colombia y Perú. Obama perdió la oportunidad de convocar a los interesados y despertar el sentido de urgencia en su Congreso. En año electoral será difícil plantear este tema y quizá será tarde cuando se inicie la nueva administración en aquel país.

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