A Los mexicanos nos han dicho que el actual, es un Gobierno valiente. Y que este calificativo obedece tanto al carácter de su titular como al tipo de acciones ejecutadas por su equipo. De acuerdo con el jefe del Ejecutivo, un pajarito le dijo que a los mexicanos nos va a ir muy bien.
No sé qué tipo de ave era, ni me interesa en qué contexto se comunicó con él. Lo que yo me pregunto es ¿por qué razón si nos va tan bien, estamos tan mal? Más allá de las declaraciones oficiales, lo que a los mexicanos nos consta es que las bandas del narcotráfico han mutado en decenas de pandillas que ya poco tienen que ver con la compra y venta de drogas; que estos cobardes se dedican impunemente, lo mismo al secuestro, que al robo, la extorsión, y un larguísimo etcétera que abarca prácticamente la totalidad de los delitos enumerados en el Código Penal; que su principal apoyo lo encuentran en importantes funcionarios de los tres niveles de Gobierno -y de prácticamente todos los partidos políticos-; que todos los días mueren ciudadanos en eventos relacionados con la delincuencia; que hace unos cuantos días algunas empresas de transporte terrestre de personas, decidieron dejar el estado de Tamaulipas ante la falta de seguridad; que los heroicos soldados de nuestro Ejército mueren o resultan heridos en una guerra contra la peor escoria de la sociedad a sabiendas de que quienes dirigen a estos criminales se encuentran a salvo, incrustados en las altas esferas de la burocracia y la sociedad mexicana.
Hace algunas semanas participé en una reunión de planeación estratégica de una importante empresa de servicios a nivel nacional. Esta empresa no tiene barreras de entrada para instalar sus negocios en México. Ahí participan, de forma muy importante, inversionistas extranjeros que cuentan con capital, tecnología y know how para la creación de riqueza, empleos e impuestos que benefician a las comunidades donde se instalan. Sus decisiones no dependen de autorizaciones gubernamentales ni están amenazadas por los intereses de algunos de los monopolios que abundan en México. No; su decisión de dónde invertir depende sólo de dos factores: ciudades con garantías mínimas de seguridad; y con un determinado número de habitantes. La presentación del director general mostró un mapa de México y con rojo fue marcando los estados de la República que no garantizan seguridad. De esta forma, el mapa se fue tiñendo con ráfagas implacables. En segundos, presencié cómo se achicaba mi patria hasta quedar reducida a unos cuantos estados. Después, el presentador iluminó las ciudades que tenían los habitantes requeridos y fue así que nuestro querido México se redujo a tan sólo 18 ciudades susceptibles de inversión. Así de frío, así de duro, toma el capital sus decisiones. Ante mis ojos, el estado donde vive uno de mis hermanos -que por cierto, no tiene trabajo- se quedó fuera de la lista y no saben la tristeza que sentí.
Hace un par de semanas, ciudadanos de diversas latitudes de nuestra república llevaron a cabo, simultáneamente, marchas en contra de la violencia. Uno de los organizadores, el poeta Javier Sicilia, lanzó varias preguntas a las bandas criminales. Textualmente, esto fue lo que dijo: "¿No nos van a matar? ¿No van a matar a nuestros hijos? Volvamos a su código de honor, quiero que nos digan si realmente están dispuestos a respetarnos como ciudadanía. Espero que realmente tomen conciencia de que no somos sus enemigos, que la ciudadanía no es rehén ni quiere ser rehén de nadie".
Se me pone la piel de gallina de pensar en la posibilidad de una alianza formal entre los criminales y una sociedad derrotada ante la ineptitud de las autoridades. En este país, las diferencias se arreglan a navaja libre -lo mismo entre criminales, que entre gigantes monopólicos-; ante la mirada omisa y sumisa de un Gobierno valiente que habla con pajaritos mentirosos y vive obsesionado con la idea de que el PRI no regrese a Los Pinos.
Dios mío: por lo que más quieras, ¡danos un Gobierno menos valiente pero más efectivo!