Ilumina la fiesta. Juegos pirotécnicos fueron vistos sobre el casino Montecarayer después de la cena posterior a la boda.
MÓNACO.- El Príncipe Alberto II y la ahora Princesa Charlene de Mónaco le devolvieron ayer la elegancia al Palacio de los Grimaldi, que no veía una boda desde hace 50 años.
Un día después de la boda civil que la convirtió en la princesa de Mónaco, la ex nadadora olímpica Charlene Wittstock y el príncipe Alberto II se casaron en una ceremonia religiosa a la que asistieron numerosas celebridades.
La pareja intercambió anillos de Cartier de una aleación blanca de oro-platino de 18 kilates. Alberto guiñó un ojo al deslizar la joya en un dedo de Charlene y ésta mostró una sonrisa amplia cuando hizo lo mismo al príncipe.
La sudafricana parecía tener lágrimas debajo de su velo en el momento en que ocupó su lugar en el altar dentro del palacio principesco donde se efectuó la ceremonia católica. Charlene lució un traje de novia con hombros descubiertos creado por el diseñador italiano Giorgio Armani y un velo largo.
Los invitados importantes incluyeron al diseñador de Chanel, Karl Lagerfeld, el ex actor de James Bond, Roger Moore, y la ex primera dama francesa Bernadette Chirac, además de integrantes de las realezas europeas, jefes de estado, supermodelos y deportistas de clase mundial.
Miles de ciudadanos del principado aclamaban a la pareja real mientras observaban la ceremonia en pantallas gigantes instaladas afuera del palacio. La música de la boda estuvo a cargo del compositor francés Jean Michelle Jarre.
Entre otras personalidades que convergerían en el palacio principesco figuraban el presidente francés Nicolas Sarzoky, la gimnasta rumana Nadia Comaneci y la soprano estadounidense Renee Fleming.
El lugar es un castillo de la época del renacimiento italiano donde ha residido durante siglos la dinastía Grimaldi que gobierna Mónaco.