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Hay de ninis a ninis

ADELA CELORIO

Quienes se ocupan de este tipo de conteos, nos informan que tenemos siete millones de "ninis" en el país. Esto quiere decir jóvenes (entre 14 y 29 años) que ni estudian ni trabajan. Sólo en esta capital hay ciento veinticinco mil, y no es difícil imaginar que se la pasan pensando malos pensamientos, y tal vez -aunque no necesariamente- constituyen la bosa de trabajo del narcotráfico como dijo don José Narro, rector de la UNAM.

A estos jóvenes y no tan jóvenes que por no tener oficio ni beneficio, viven de la solidaridad de sus familias que los toleran y justifican su falta de expectativas por "la difícil situación que se vive en México"; antes se les llamaba simple y llanamente vagos.

Ante el preocupante número de "ninis" la propuesta que hizo César Duarte, gobernador priista de Chihuahua, de enrolar en el ejército a estos desocupados; aunque por supuesto es anticonstitucional (pero el gober seguro no lo sabe) y que ha sido descalificada por los diputados federales por considerarla "una verdadera tontería"; a mí no me parece del todo mal.

Después de todo la idea no es tan novedosa, ya que desde el siglo XIX varios estados de nuestro país establecieron leyes contra la vagancia que permitían confinar y corregir a todo aquel que no demostrara tener oficio y beneficio.

Aunque por supuesto, no podemos generalizar ya que hay de ninis a ninis, yo en primerísimo lugar para la leva pondría a esos ciudadanos que ya ni son tan jóvenes, pero que por padecer el síndrome de "Peter Pan" (que consiste en negarse a asumir las responsabilidades que impone la adultez) se levantan tarde y se la pasan "twuiteando", atendiendo los mensajes de su Blackberry y chuleando en los antros de moda con el apoyo económico de sus padres y de ser posible, del subsidio del Estado como es el caso de los chamacos (por aquello de que los chamaquean) del Partido Verde, que ya rebasan con mucho los treinta años, pero insisten en seguir dándose la "Dolce Vita" por cuenta del contribuyente, o sea de usted y yo pacientísimo lector.

La lista de los ninis verdes, es larguísima, aunque así a botepronto se me viene a la cabeza Arturo Escobar, quien en 2009, fue videograbado en el Aeropuerto Internacional de Chapa de Corso nada menos que con once paquetes de cien billetes de mil pesos, que llevaba en su carísima mariquera "Luis Vuitton".

Sin poder acreditar el origen, el nini-senador, dijo entre varias versiones: que el dinero era para comprar una casa, después dijo que lo llevaba consigo para gastarlo ese domingo durante operativos de su partido en Chiapas, y por último que no tenía la menor idea de para qué era (a pesar de la evidencia de la grabación) porque los fajo de billetes los llevaba su asistente y no él.

¡A la leva con estos ninis que ya encontraron el modo de vivir sin trabajar!

Hay también toda una generación de jóvenes que aprovechando el subsidio de sus padres, se niegan a esforzarse con los estudios (exigen que la UNAM los acepte con un promedio de seis) y ante el rechazo de diferentes instituciones educativas por su bajo rendimiento, abandonan los estudios para buscar trabajo ¡aunque eso sí!; tienen muy claro que no van a despeinarse por nada menos que un puesto de Director o de perdida una humilde Gerencia.

Mientras tanto, se colocan los audífonos de su Ipod para oír a Shakira. A estos delicaditos les urge mano dura y de preferencia disciplina militar. Por último, es evidente que entre lo ninis existe también un gran grupo de jóvenes que han nacido en el lado sombreado de la vida, y que carentes de preparación y como consecuencia también de trabajo, están urgidos de que el Estado les procure los medios para ejercer su derecho de ganarse una vida digna y buscar la felicidad de la forma que ellos libremente lo decidan. "El que da el consejo da el tostón" y yo no estoy en condiciones de dar el tostón y ni siquiera tengo la seguridad de que mi consejo sirva para algo, pero de lo que no tengo duda es de que el infierno de la pobreza y la falta de oportunidades van de la mano, de que las plazas de trabajo no se han multiplicado en la misma proporción que nuestra población, porque entre otras cosas, nuestra economía debe soportar el lastre de una burocracia ineficiente; y una clase política insaciable y corrupta que convierte los programas sociales en programas electoreros.

Todo eso es cierto, pero también lo es (sin generalizar porque siempre hay excepciones) que hoy los jóvenes no están dispuestos a hacer ningún esfuerzo extra, ni tienen la menor disposición para el sacrificio que tuvieron nuestros padres; que con poca o ninguna preparación encontraron siempre la forma de ser productivos.

Los jóvenes creen en el ejemplo de que un golpe de suerte los puede convertir de la noche a la mañana en un diputado del PRI, o en un líder como la Maistra; y entonces, ¿para qué trabajar? Hay montones de ninis en esta capital, pero intente usted conseguir un buen plomero y a ver...

Adelace2@prodigy.net.mx

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