Uno hace su mejor esfuerzo, pero no es fácil. El pesimismo siempre ronda y vaya que tiene buenos argumentos: degollados, crisis y demás. Pero insisto, hay que sacar fuerzas de las flaquezas, inyectar energías al ánimo como dijera Kipling y dar la batalla por un razonado optimismo. Pero no todas las semanas se puede, esta es una de ellas.
El aborto siempre ha sido un asunto controversial. Discutirlo deriva irremediablemente en el momento de la aparición de la vida. Pasan los años, las décadas y las apreciaciones científicas no logran generar acuerdos definitivos sobre ese momento mágico y mítico del inicio de la vida. Imperan otras lecturas. Pero con independencia de ese tema, en apariencia irresoluble, los derechos de la mujer en lo general y en particular sobre su propio cuerpo han tenido en el mundo avances notables. Son termómetro del nivel civilizatorio. Hay así de por medio dos asuntos. Aclaro mi posición sobre el primero. Creo que los derechos absolutos siempre conducen a posturas irreconciliables. Como dijera Luciano Talbek, todo derecho terrenal tiene límites terrenales. La libertad de expresión encuentra límites en la calumnia y la difamación. La libertad de tránsito tampoco es absoluta, su ejercicio se sujeta a una serie de normas.
Creo en el derecho de la mujer a gobernar su propio cuerpo. Entiendo sin embargo que este derecho tiene límites cuando hay otra vida de por medio. Cómo definir el inicio de esa nueva vida, de nuevo allí está la dificultad. Las discusiones sobre la legalidad del aborto van y vienen, incluso en los países desarrollados. No son novedad. Pero lo más grave de lo decidido la semana pasada es el fortalecimiento de la criminalización de la mujer. En varias entidades la mujer y su vida reproductiva están en la mira delictiva. Eso es un franco retroceso. El no haber podido impedir que las decisiones reproductivas de las mujeres sean causales delictivas deja latente una tentación oscurantista. Es una muy mala.
En las mismas horas el TEPJF nos hacía saber que, de acuerdo a la normatividad vigente, es inviable el debate entre precandidatos a lo que sea. Que debatan lo que quieran, pero no pueden difundirlo en los medios porque violan la ley. El TEPJF cumple con el mandato de la contrarreforma de 2007 en contra de la cual nos amparamos un grupo de mexicanos. Lo curioso del caso es que varias de las víctimas de 2011, ¡fueron los autores de la norma de 2007! ¿No qué no? Decían que se buscaba garantizar mayor equidad en las contiendas y el resultado concreto es una inhibición normativa de la capacidad de confrontar ideas. Es apenas el inicio. Si un aspirante desea contratar spots en radio con un costo unitario de cincuenta pesos, por razones de equidad, podría ser sancionado e incluso inhabilitado. Vaya avance de la democracia mexicana.
Hay más. Se habló de ahorros, ¿dónde están? El presupuesto de los partidos no disminuyó en proporción al gasto en propaganda en radio y televisión. Se quedaron en el mejor del los mundos: con los tiempos del Estado y además con los dineros públicos. Como si fuera poco el prepuesto del IFE para administrar la elección de acuerdo a los requisitos fiscalizadores de las nuevas normas, es mucho más oneroso para los causantes. Sólo así puede cumplir su papel de fiscal o inquisidor de las campañas. Querían independizarse del poder de las televisoras, eso decían. Lograron exactamente lo contrario: nunca antes los espacios televisivos habían sido tan cotizados para promover a los aspirantes. Las deformaciones, mañas, burlas a la ley están ya a la vista de todos. Serán una mofa. Ese es el resultado de su "ingeniería" estalinista. Van dos.
Negar los problemas es la mejor forma de agravarlos. Aparecieron los Matazetas. Por los hechos y declaraciones no parecen bluff. El Gobierno Federal tiene un nuevo problema derivado de la estrategia contra el narco y la pérdida de control sobre amplias zonas del territorio. La aparición de estos grupos ha sido frecuente en países con situaciones similares. Ante la desesperación, ante el vacío de autoridad, surge este tipo de organizaciones. No sería excepcional. ¿Estaremos ante una versión criolla de los "Escuadrones del Muerte"? La reflexión es obligada. Van tres.
La imagen de México está de tal manera deteriorada en el exterior que el gobernador de Texas, Rick Perry -en plena precampaña- no tuvo empacho en considerar públicamente la posibilidad de enviar tropas estadounidenses a México. A esto hemos llegado. Esa es la cuarta.
Pero hay más, va la quinta, eso sí finalmente está en pantalla The Royal Tour, el costoso video de promoción turística de nuestro país. El actor estelar es el presidente de México que igual bucea que trepa montañas. Para qué exponer a las instituciones a un manoseo internacional de este tipo. Por qué no contrataron a Diego Luna o Gael García que son grandes profesionales y excelentes embajadores de nuestra imagen nacional. ¿Pero qué necesidad? Hay semanas.