EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Historias que me cuentan...

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Tengo amigos que son muy buenos para contar historias. Mis amigos cuentan historias dignas de reproducirse.

Uno de ellos, mi estimado Francisco Aguirre, me contó hace unos días, el porqué su papá se vino a vivir a Torreón, siendo originario de Saltillo.

Me dice que: "Su padre trabajaba, como burro, mañana y tarde". Esto es, tenía dos chambas y aún así poco ingreso.

Tenía una familia normal para su tiempo, pero con buen número de hijos, entre ellos mi amigo, que si bien nació en Saltillo, mal se cumplió la cuarentena y se lo trajeron a Torreón.

Aquí se crío y aquí se educó. Pero, ¿por qué se vino don Rubén (su papá) para acá?

Pues porque el día que quiso comprar un radio en abonos, su ingreso no le alcanzaba para eso.

Entonces don Rubén, decidió emigrar hacia un lugar en donde sí fiaran de acuerdo a sus posibilidades y se vino para acá.

Y cuanta mi amigo que cuando iban de visita a Saltillo, en aquellos años, mal entraban al pueblo cuando don Rubén, soltaba la cantaleta de siempre: "Lo ven, acabamos de pasar el mismo bache en el que caí cuando me fui de aquí. Ahí están los mismos adobes miados y los mismos tendajos de siempre... Este pueblo no cambia".

Pero hete aquí que llegó un gobernador echado pa delante, como Flores Tapia, y el pueblo se transformó en ciudad.

Ya no vio don Rubén la gran transformación, pero aquella ciudad antañona, de callejuelas estrechas y casonas blasonadas, se convirtió en una pujante metrópoli, y ahora hasta es envidiada por otras ciudades.

En cambio, mi ciudad, este Torreón, es una comunidad de alubión a la que llegaron miles de inmigrantes y se empeñaron en arrancarle frutos al desierto.

A donde también llegaron muchos de aquéllos que buscaban créditos y no podía comprar un radio en abonos.

Recuerdo que mi padre, con mentalidad lagunera, solía afirmar: "Fiadas, hasta puñaladas. Nomás no muy profundas, porque ésas matan".

Qué mentalidades tan distintas tenemos los habitantes de ambas ciudades.

Saltillo, es la tierra, en donde sus moradores piensan, sobre el dinero que: "Hay que enseñarlo, pero no gastarlo". Que se sepa que lo tienes pero no lo gastes, guárdalo.

Aquí, solemos vivir al día. Hoy tengo, hoy gasto. Mañana no tengo me aguanto.

Pero cada cual es feliz a su manera.

Creo que como todos los extremos son malos. Un justo medio es correcto. Ni gastarlo todo, ni guardarlo todo.

Un querido amigo, originario de Parras, suele decir que él puede reconocer de dónde son las personas que comieron en un restaurante, sólo por la manera en que reaccionan a la hora de que traen la cuenta.

"Si llevan cuentas separadas y detalladas. Ésos son de Monterrey". "Si la mayoría se va al baño y no salen hasta que el que se quedó sentado pagó la cuenta. Ésos son de Saltillo. Y si se pelean por pagar la cuenta. Ésos son de La Laguna".

Tengo un conocido, pues no diría que es amigo, originario de Saltillo, que cada vez que me invitaba a desayunar alegaba que había olvidado su cartera en el buró y yo tenía que felpar con la cuenta. Hasta que me cansé del numerito y le dije: "La próxima vez, yo te invito, pero te llamo antes". Creo que aún espera mi llamada.

Conozco otro, o creo que es el mismo, que invitó a sus alumnos de la Facultad de Derecho a desayunar a "su palapa", y compró gordas para tal evento. Pero a la hora de la hora, les dijo: "Muchachos, coman sólo una mitad por persona para que alcance para todos". Y se lo dijo a muchachos de 19 y 20 años que andan dándole mordidas hasta las piedras. Pos todos salieron mentando madres.

En cambio, tengo aquí amigos que abren su casa generosamente con cualquier pretexto, como Íñigo, que el otro día me invitó a inaugurar su nueva terraza y cuando llegue ahí, yo esperaba encontrar a muchos amigos reunidos, pero sólo estaba él sentado en ese lugar, en un juego de jardín muy cómodo, tomándose un coñac, fumando un puro y esperándome con un wisqui en la mano para festejar esa inauguración.

O mi amigo Chuy, que el día que se le antojó un estofado texano y su esposa le dijo que ella no podía preparar ese platillo sólo para dos personas, inmediatamente nos habló a unos amigos y armó la comida con ese platillo riquísimo, que disfrutamos a rabiar para que no hubiera pretexto por el número.

Así son esos temperamentos de los pueblos, pero cada cual tiene cosas bellas que se disfrutan ya estando de planta en ellos. Por eso tengo un profundo amor por ambas ciudades, pues ambas son de Coahuila.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 653643

elsiglo.mx