La amistad es una ventanilla de quejas en la que relatas las últimas canalladas de las que eres víctima.
Es bueno que un amigo te diga la verdad, pero es mejor que desprecie a los que te perjudican y recompense tu malestar contando algún desastre.
Pues bien; tengo unos amigos que se han impuesto la sádica tarea de ser felices: los Glutamato. A nadie le molesta que otros vivan bien, y menos si son amigos, pero ellos transforman el bienestar en una afrenta.
Pondré un ejemplo para desahogarme (anónimo lector, sé un amigo verdadero: oye mi queja).
Fui a su casa en el remoto Potrero del Edén. La reja de seguridad era custodiada por un guardia que comía un tamal. Supe que el tamal era de pollo por algo que pasó después. El vigilante habló con la boca llena para pedir mi credencial del IFE, se atragantó y estuvo a punto de ahogarse. Bajé del coche, le pedí que alzara los brazos y lo golpeé en la espalda. Confieso que cumplí la tarea con el entusiasmo de quien siempre ha querido golpear a un guardia.
Él agradeció con ojos llenos de lágrimas. "Mire", señaló un hueso de pollo en el suelo: "Lo traía atorado".
Por poco se traga el "hueso de la suerte".
Cada familia inventa su darwinismo y la mía cree descender del pollo. La inicial de nuestro apellido se parece al hueso de la suerte. No perdemos oportunidad de tomar decisiones de importancia quebrando la fúrcula. Así se llama el hueso que permite volar a las aves y demuestra que proceden de los dinosaurios. La evolución de las especies nos ha dejado ese frágil talismán.
Cuando Nena Glutamato abrió la puerta ya era tardísimo. Pedí disculpas, pero no hablé del tráfico ni del incidente con el policía porque no quise que Vic dijera que a él nunca le toca un embotellamiento. "Juan tuvo que pelear con un tamal", explicó mi esposa. Esto solucionó el asunto. Es fácil suponer que un "tamal" es un texto.
Liz Glutamato llegó a mostrarnos los pasos de baile que había aprendido en la serie australiana Dance Academy. Su coreografía era estupenda. "Ya le estamos dando Ritalin", dijo en voz baja Vic (considera que el talento de su hija es hiperactividad). Ronnie Glutamato no vino a saludar porque estaba escribiendo un ensayo sobre la depresión en Nietzsche. "Es tan profundo", suspiró Vic. Fui a su cuarto y supe que Ronnie escribía el ensayo ¡en la pared! Sólo constaba de una frase: "El origen de las cosas más nobles es siempre bastardo". No era un mensaje optimista, y menos si se relaciona con la idea que Vic y Nena tienen de la familia, pero aprecié que se interesara en cosas nobles.
La reunión fue agradable. Suprimí cualquier asomo de crítica que pudiera convertirme en un neurasténico ante los satisfechos ojos de los Glutamato. Ni siquiera dije que el miércoles se fue la luz. Opté por la cordialidad del zombie para impedir que mis amigos demostraran cruelmente que a ellos todo les funciona. Su perro está perfectamente entrenado mientras que el nuestro se come los cables de la computadora.
Nena sirvió un pollo maravillosamente confitado. Esto dio pie a que Vic recordara un minicuento que escribí en Twitter. En una cena de Navidad la familia reza con devoción y pide por los que han sufrido. Dios se conmueve y resucita al pavo.
"¿Por qué no pusiste un pollo en vez del pavo?", preguntó (sabe cuál es mi animal tutelar). "Era una cena de Navidad...", dije. "Ah, quisiste ser tradicional", respondió con desdén. "No sólo eso: el pavo es más caro que el pollo. No hay que reparar en gastos para los lectores".
Vic miró su pechuga confitada.
"Este pollo es orgánico", aclaró Nena, por si alguien pensaba que la cena era barata.
"Además el pavo da sueño", dije para congraciarme. Por desgracia, Ronnie dormitaba ante su plato. Vic pensó que criticaba al hijo que le parece un genio. "Está cansado de tanto leer a Nietzsche", lo disculpó.
Recordé la frase en la pared de su cuarto. ¿Qué angustia origina la amistad? ¿La urgencia de superar la soledad, el deseo de ser comprendido, la increíble posibilidad de ser necesario? Bueno, también el afecto, pero eso no es bastardo. Entre las muchas virtudes de los Glutamato se cuentan el cuchillo eléctrico de Nena y la habilidad quirúrgica de Vic. Rebanaron el pollo con destreza para que me tocara el "hueso de la suerte" o "huesito dulce".
Cuando faltaba poco para irnos, me atreví a contar lo que había sucedido en la reja de entrada. "Qué bueno que el poli se tragó el hueso de la suerte: iba a morir pero llegaste tú", comentó Vic.
Una vez más, todo era ideal en Potrero del Edén: ellos habían invitado a un rescatista para el guardia. Los Glutamato mortifican con su perfección. Entonces comprobé lo mucho que me gusta estar tenso en esa casa. Es un yoga neurótico. Si te vas a irritar, más vale que sea con alguien que quieres.
Partí el hueso con Liz. Ella se quedó con la parte más larga. "Hizo trampa", la criticó Vic. "La suerte no hace trampa", dijo ella.
Vi el hueso en mi plato. De ahí venían las aves, los dinosaurios, mi apellido, la diferencia entre vivir o morir, el misterio de la amistad. Todo origen es bastardo, y todo depende de la suerte.