Desde el cuatro de enero Coahuila de Zaragoza tiene un nuevo gobernador: Jorge Juan Torres López. El anterior, Humberto Moreira Valdés, había renunciado dos días antes a su cargo, mismo que ganó y ejerció con copioso respaldo popular en un acortado periodo de cinco años, de 2006 a esta fecha.
Moreira no ha sido, no es, un hombre que espera a saber qué le augura el destino; no está al acecho del horóscopo y tampoco gusta de esperar para conocer cómo se podrán venir los nuevos acontecimientos políticos.
Quien, al igual que el profesor Moreira, haya sentido hervir en sus venas la inquietud de la política, puede convertirse en un político de éxito.
No sucederá lo mismo si quien percibe tal impaciencia del corazón no le da importancia, y por más que su músculo cardiaco se acelere, se decide desecharla, el pálpito, ya por flojera, por hastío y aún falta de confianza en sí mismo.
Antes de resignar la gubernatura Moreira captó el clima político nacional, analizó su responsabilidad política y electoral como miembro de su partido y decidió asumirla en consecuencia. Luego el todavía gobernador de Coahuila presentó ante el Congreso del Estado su petición de anticipar la extinción del importante ejercicio político que cumplía desde el primero de diciembre del año 2006 para estar legalmente capacitado a participar en el proceso electoral interno del PRI que elegirá al nuevo presidente del Comité Ejecutivo Nacional.
Moreira es hombre joven e inteligente, así fue que ponderó tranquilamente los alcances de su decisión. No en un arranque emotivo, es obvio; pienso, por lo contrario, que fue esta una determinación reflexiva y sensata.
Bastaría para calificarla así su conocimiento de las circunstancias políticas y sociales que aún subsisten en nuestro país. Tenemos diez años de cargar el ánimo con las dudas que toda la nación experimenta al ver cómo el presidente de la República Mexicana hace retórica ante la insensata guerra interna y la inseguridad social que sufre el país ante la impotencia de los últimos mandatarios federales miembros del partido de la derecha. Esta situación no tiene visos de terminar. Por fortuna funciona, más o menos bien, la reforma democrática por la cual los partidos integrantes del poder Legislativo catan, si bien de manera caótica, la importante trascendencia del poder constitucional que tienen en sus manos.
Catar, sin embargo, no es bastante, pues el vocablo sólo indica "probar el sabor de una pequeña porción de bebida", pero si extendemos la significación de "probar", frente al alcance de las penúltimas reformas políticas el sólo hecho de catar, calar y probar a oponerse podría considerarse otra intención fallida.
Tal es el primer reto del siguiente desafío del ex gobernador Moreira Valdés, ya que después de ganar la designación de Presidente Nacional del PRI, habrá de enfrentar la responsabilidad de hacer triunfar al candidato de su partido a la Presidencia de la República durante el próximo sexenio.
¿Qué hechos y calificaciones respaldan al profesor Moreira? Sin duda sus cualidades políticas personales, su juventud y su recia personalidad en el ejercicio del servicio público. Su reciente desempeño como gobernador de Coahuila en los últimos tiempos, el alto "rating" de popularidad que registra su actividad oficial, en la que destaca la obra pública realizada en Coahuila en materia de modernización del sistema vial estatal y municipal, la urbanización de los grandes, medianos y pequeños municipios del estado, la construcción de nuevas carreteras, la ampliación del sistema público de salud, y ya en forma individual su cordial accesibilidad ante la ciudadanía, su habilidad para responder con inteligencia a los continuos retos de los partidos de oposición, el no dar pie a escándalos y enfrentamientos con los opositores, y mucho menos a propiciar cualquier acusación de abuso de poder.
Otro mérito es haber adoptado una actitud política moderna y conciliadora ante los intentos de conflicto insinuados por el PAN, el PRD y el PT, además de unir a los coahuilenses en torno a su programa de Gobierno, calibra y documenta su calidad de hombre público. Estas acciones públicas y cualidades personales bastan para calificar con excelencia al profesor Moreira en su aspiración al cargo político que pretende.