"El mundo está lleno de gente cuya idea de un futuro satisfactorio es un retorno a un pasado idealizado."
Robertson Davis
La buena noticia es que en un mundo donde los problemas económicos se hacen cada vez más graves, y amenazan con generar no una recesión sino algo peor, un prolongado y devastador estancamiento, por fin ha surgido un movimiento de indignados que exige una solución. El problema es que la solución que demandan no haría más que agravar la situación.
Ayer cayeron nuevamente los mercados bursátiles en el mundo y en México, y no porque unos cuantos activistas "indignados" se hayan colocado en plantón permanente frente a la Bolsa Mexicana de Valores. Los inversionistas estaban reaccionando a unas declaraciones pesimistas de Ángela Merkel, la canciller alemana, que señaló ayer: "Hay gente ilusionada con que todo se solucione como por arte de magia y que, el lunes próximo, nuestros grandes problemas hayan quedado descartados." El que una declaración como ésta sea suficiente para derribar a las bolsas en decenas de países revela la falta de confianza en el futuro de la economía.
El mundo está viviendo una crisis producto de políticas fallidas. Algunos gobiernos, como el de Grecia, han gastado mucho más de lo que ingresan para elevar de manera artificial el nivel de vida de sus ciudadanos y hoy son incapaces de pagar sus deudas acumuladas. Otros, como el de Alemania o el de Francia, han permitido que sus bancos financien de manera peligrosa las deudas de esos gobiernos irresponsables y hoy tienen que pedir a sus contribuyentes que se sacrifiquen para rescatar a quienes han desperdiciado los recursos recibidos. No sorprende que los contribuyentes de esos países digan No.
Otros países, como Estados Unidos, han vivido con un déficit de presupuesto en que los gastos superan en más de 40 por ciento los ingresos. Washington también ha financiado durante años programas de financiación de vivienda a través de instituciones públicas como Freddie Mac y Fannie Mae, que en aras de una supuesta equidad social promovieron hipotecas para familias que nunca tuvieron la posibilidad de pagarlas.
Uno supondría que los indignados estarían exigiendo el retorno a una economía más realista. Pedirían en Estados Unidos una reforma fiscal que elimine los tratos especiales a los ricos que casi no pagan impuestos. Exigirían que se retiraran las tropas de Irak y Afganistán y se eliminaran cientos de programas que contribuyen al déficit presupuestario. Demandarían una reforma de fondo en las reglas que afectan la actividad privada.
En países como México y España, un movimiento verdadero de indignados exigiría reformas laborales que eliminaran las reglas que hacen tan caro el despido de personal y por lo tanto tan difícil la contratación de nuevos trabajadores. Pedirían también la eliminación del trato especial que permite a los sindicatos gozar de una patente de corso para robar a los trabajadores y extorsionar a los patrones. Pero en lugar de este movimiento, lo que vemos es un grupo de activistas que pide más de lo mismo: más restricciones a la inversión, más créditos imposibles de pagar, más gastos y subsidios gubernamentales, más beneficios a los líderes sindicales.
Parecería que los indignados no están tan indignados. De otra manera no estarían pidiendo que los países tomen medidas que lo único que lograrán es provocar un estancamiento económico prolongado que afectará más a los jóvenes que a cualquier otro grupo de la sociedad.
SATISFACCIÓN
México es el país más pobre de la OCDE, pero no le va tan mal en su satisfacción ante la vida. Según un estudio de la organización, los mexicanos expresan una calificación de 6.8 al evaluar su vida. Ésta es ligeramente superior al promedio de 6.7 de la organización. Dinamarca con 7.8 y Canadá con 7.7 son los países que mayor satisfacción con su vida expresan. Hungría tiene el último lugar, con 4.7, en empate con China, mucho más pobre, que no es miembro de la organización.
Facebook: Sergio Sarmiento(oficial)