Canje.Una imagen cedida por el Ministerio de Defensa de Israel, en la que aparece y el soldado israelí liberado Gilad Shalit (segundo a la derecha) con el primer ministro Benjamin Netanyahu (segundo a la izquierda).
Delgado, cansado y aturdido, un soldado israelí que estuvo más de cinco años cautivo en la Franja de Gaza regresó a Israel ayer mientras iniciaba un canje por más de mil prisioneros palestinos, cuyas familias alegres los recibieron con celebraciones masivas.
Shalit fue entregado a mediadores egipcios por milicianos de la Franja de Gaza que vestían máscaras negras y cintas verdes en la cabeza. Después de un examen médico, los funcionarios israelíes dijeron que Shalit mostraba indicios de desnutrición y su padre dijo que necesitará tiempo para recuperarse de las heridas psicológicas y físicas.
Más de 450 palestinos presos fueron trasladados desde cárceles israelíes a los territorios de Cisjordania y la Franja de Gaza, donde hubo celebraciones masivas en las que ondeaban las banderas verdes de Hamas. El resto de los prisioneros -cerca de 550- serán liberados en una segunda fase en dos meses más.
En Ciudad de Gaza, decenas de miles de personas abarrotaron un terreno donde se instaló un gran estrado con un mural que representaba la captura de Shalit durante una incursión en junio de 2006 a una base militar israelí cerca de la frontera con la Franja de Gaza. Algunos en la multitud exhortaron a los milicianos a que capturen más soldados para hacer intercambios similares en el futuro.
Antes de ser transferido a Israel, Shalit dio una entrevista breve a la televisión egipcia y dijo sentirse "muy feliz" con su liberación, además de añorar a su familia y amigos. Agregó temer que permanecería cautivo "muchos más años" y temía, desde que fue informado la semana pasada del canje, que fracasara por problemas de último momento.
"Por supuesto que hice de menos a mi familia. Añoré a los amigos, ver a gente con la que hablar y no estar sentado todo el día", haciendo lo mismo", contó el soldado. Empero, el aspecto físico de Shalit planteó interrogantes sobre las condiciones de su cautiverio a manos del grupo islamista Hamas. El joven de 25 años tenía una palidez y delgadez extremas, se movía constantemente en su asiento, tenía dificultades para respirar y parecía balbucear las respuestas a las preguntas que le hacían.
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