Violencia. Dos policías observan el paso de los peatones mientras a lo lejos se incendia un negocio, los más afectados con los disturbios.
Miles de policías más inundaron ayer las calles de Londres, en un intento por poner fin a los peores disturbios vividos en una generación en Gran Bretaña, mientras los comerciantes nerviosos cerraron temprano sus tiendas y algunos residentes montaban guardia para proteger sus vecindarios.
Los desórdenes se presentaron en el centro y norte de Inglaterra por cuarta noche consecutiva, protagonizados por jóvenes pobres de diversas etnias.
Las escenas de tiendas saqueadas, automóviles incendiados y edificios ennegrecidos por el humo provocaron temor e indignación en algunos británicos, un año antes de que Londres sea sede de los Juegos Olímpicos. Algunos sectores exigieron una respuesta más severa de las autoridades. El Departamento de la Policía Metropolitana de Londres emplazó a miles de agentes más en las calles y dijo que, para hoy miércoles, habría 16 mil. Decenas de policías recorrían el área de Canning Town, en el oriente de la capital, mientras otros agentes buscaban potenciales focos de disturbios.
Sin embargo, el Departamento reconoció que no podía garantizar un alto a la violencia. Aunque no hubo nuevos desórdenes en Londres el martes por la noche, el caos se propagó a otras ciudades. Un cuartel policial en la ciudad central de Nottingham fue atacado con bombas incendiarias por unas 40 personas, y cientos de jóvenes se enfrentaron a la Policía en la ciudad noroccidental de Manchester.
Las tiendas, las oficinas y las escuelas en Londres cerraron más temprano, ante los temores de nuevos disturbios. Muchas calles, habitualmente repletas, estaban en silencio, luego que varios cafés, restaurantes y "pubs" decidieron también cerrar por la noche. La crisis podría convertirse en la mayor prueba que haya tenido la coalición de Cameron, que incluye algunos miembros que habían temido que los drásticos recortes de su programa podrían provocar descontento popular.
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