Era lo que faltaba. A todo el mundo y en vivo en la televisión, la balacera afuera del Territorio Santos Modelo. Es este tema un asunto de ya sobre comentado, pero me parece que luego de está tempestad y de este desprecio que mostraron los pistoleros por la colectividad toda al haber realizado un hecho más de los que acostumbran, pero en esta ocasión sin quizá medir la consecuencia que significaba el amedrentar a miles de aficionados que estaban en ese momento disfrutando del partido de futbol.
Primeramente vale la pena compartir el dolor real que se percibió a través del televisor cuando se podían apreciar a miles de aficionados tratar de guarecerse a como diera lugar. Al inicio, cientos de personas plegados entre las gradas y poco después una verdadera estampida humana que corría por la cancha buscando los túneles para poder encontrar sitios donde esconderse del fuego que se escuchaba.
La verdad era como ver una película de terror o guerra, con el funesto ingrediente que las víctimas eran laguneros reales, muchos de ellos enfundados en la querida casaca albiverde, quienes con pánico trataban evitar ser alcanzados por la metralla.
Pasaron minutos del hecho y se volvió a una tensa calma. Y quizá de ahí surgió lo rescatable que todavía nos queda. Los cuerpos de seguridad del estadio reaccionaron atinadamente y la propia afición logró mostrar el mejor comportamiento que se puede bajo esas circunstancias. Para ese entonces, Televisión Azteca había ya cortado la transmisión pero no así la cadena norteamericana ESPN, quien también pasaba el juego, y desde esa emisora, quienes no estuvimos en el Corona, pudimos seguir paso a paso los incidentes posteriores al espanto. Luego, al centro de la cancha el presidente del Santos, Alejandro Irarragorri y el capitán del equipo, el portero Oswaldo Sánchez se dirigieron al público en general para que el primero explicara cómo se encontraban las cosas en ese momento y a la vez, hacer énfasis en lo grande que es la gente de La Laguna. En una entrevista posterior, Sánchez expresó un mensaje positivo que si bien la situación aquí no es sencilla, La Laguna le ha abierto las puertas a muchos foráneos como él, que han venido aquí y a trabajar y triunfar, como es su caso, y eso acusa solidaridad al menos con la región. Mis respetos para el capitán guerrero.
Esto sin duda fue un aliento. Unos minutos antes pistoleros habían transgredido el espectáculo popular de mayor arraigo y ahora en medio de la zozobra, se estaba invocando a que los laguneros como afición ( y sociedad entera que para ese momento estaba siguiendo los acontecimientos) sacaran la casta y demostraran que se puede reaccionar bien ante adversidades como éstas.
El devenir de los días condujo a la previsible; la andana de medios de todas partes queriendo obtener información para elaborar sus respectivas piezas periodísticas y cada uno de ellos dando su versión y análisis respectivo desde su distancia. Ello además representó una coyuntura política para que en la Ciudad de México se tomara el tema como arma para seguir atacando al gobernador con licencia y presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Humberto Moreira, pero lo que resulta mucho peor, es que el hecho que ha dado la vuelta al mundo, viene a poner a Torreón y La Laguna toda ante los ojos de todos, como el sitio bárbaro e ingobernable, como casi lo es, lo que será un factor más para ahuyentar la escasísima inversión productiva ha venido a estas tierras. Además, será un golpe más dura a la frágil industria restaurantera de la región que ya tiene años sufriendo las secuelas de que el crimen campeé por estas tierras sin control alguno. Y no se diga de la casi inexistente vida nocturna, secuestrada hace años por estas circunstancias.
¿Qué se puede hacer? Es muy difícil responderlo, pero creo que sería un gesto muy importante que el estadio se llene el próximo sábado 10 de septiembre para partido ante las Chivas del Guadalajara - habrá un juego antes pero será en la liga de Concacaf, que no tendrá la misma trascendencia- para refrendar el carácter lagunero y tomar la oportunidad que dará el mismo escenario donde se desencadenó todo esto y que estará atrayendo la atención nacional e internacional, mayormente por el morbo.
Así, los laguneros podríamos demostrarnos ante nosotros mismos y de paso ante el mundo, que aunque por supuesto tristes y con desasosegados, también nos sabemos unidos en torno a nuestra identidad y nuestros símbolos, como lo es el Santos. Hay que hacer votos porque esto suceda y confiar que habrá un mejor dispositivo de seguridad que sabrá protegernos. Esperar que pronto por ahí también veamos un poco la luz al final de este túnel de violencia que nos ataca y acongoja día a día. Pero por ahora, quiero ir al estadio.