Su corazón no resiste la vorágine de emociones que da el primer tiempo. Después del gol anotado por Oribe Peralta (30'), Alejandro Irarragorri se desploma en el palco visitante del estadio Universitario.
El presidente del Santos Laguna padece un problema cardiaco. Su corazón es más grande que lo habitual y le juega una mala pasada debido a la celebración. El susto es enorme, pero sólo queda en eso gracias a la intervención de José Próspero Hernández, médico de los Guerreros, quien es traído desde la banca para atender al directivo.
Como medida precautoria, se solicita una ambulancia. No hace falta. El hombre fuerte de la cúpula albiverde está recuperado para el inicio del segundo tiempo.
Miles de corazones también padecen los estragos de una final épica, jugada con más arrojo que inteligencia. Resisten porque sus amados Tigres terminan con la sequía de casi 30 años.
Las lágrimas son inevitables cuando aún faltan 15 minutos por jugarse. Una eternidad esperaron este instante. Muchos no habían visto campeones a los felinos. Es la noche que añoraron desde que el Pachuca les arrebató el título, por segunda vez, en su Volcán.
Velada de ilusión teñida de azul y amarillo, aderezada por el frío que cala los huesos y la lluvia que no deja de caer. A ellos no les importa. Lo único que piensan es terminar con ese ayuno que lastimaba. Las inclemencias meteorológicas son un detalle casi imperceptible.
Alejandro Irarragorri, presidente de Santos, se desvaneció por un momento en uno de los palcos del Estadio Universitario cuando los Guerreros anotaron el gol que en ese momento empataba el global en 1-1 en la Final del Apertura 2011. Irarragorri tiene un gran corazón
