"Salvaguardar los derechos de los demás es el más noble y hermoso fin del ser humano."
Kahlil Gibran
Es sin duda uno de los grandes triunfos de una corporación policiaca en los últimos meses. La Procuraduría de Justicia del Estado de México, bajo la dirección de Alfredo Castillo, realizó este 11 de agosto un operativo en Tlalpan, ciudad de México, gracias a un acuerdo de colaboración con el gobierno capitalino, y logró la captura de Óscar Osvaldo García Montoya, alias El Compayito, líder de la organización La Mano con Ojos.
Este criminal afirma haber matado cuando menos a 600 personas con lujo de crueldad. La propia procuraduría mexiquense lo ha relacionado, según me dice el procurador Castillo, con unos 60 casos documentados de homicidios. La última acción de El Compayito fue ordenar la decapitación de un hombre todavía vivo para hacerlo colgar en un puente de Interlomas este 15 de agosto. La ejecución era una advertencia a otros grupos criminales para no entrar al territorio de La Mano con Ojos.
Este triunfo de las autoridades se ha visto manchado, sin embargo, por la irrupción violenta de policías judiciales mexiquenses en otras casas vecinas a la de El Compayito. En ellas causaron destrozos y robaron objetos personales, como un reloj del poeta Efraín Bartolomé que ha sido ya localizado y que fue sustraído por un policía.
Podría parecer que estas afectaciones son una minucia cuando se considera que el operativo logró la detención de uno de los criminales más sanguinarios y peligrosos del país. Pero la experiencia nos dice que las irrupciones violentas de policías o personas que se hacen pasar por ellos en hogares particulares se vuelven cada vez más frecuentes y se saldan muchas veces con un costo muy alto.
Ahí está el caso de un joven de 22 años de Mexicali, Baja California, llamado Óscar Enrique Lucero Jaramillo. Un grupo de hombres con pasamontañas y uniformes de la Policía Estatal Preventiva de Baja California entró violentamente a su casa, en la colonia Magisterial, el 11 de agosto; lo golpearon frente a su esposa y a sus dos hijas, una de cuatro años y otra de menos de uno, y lo "levantaron" para "darle una vuelta". Los policías se llevaron también su auto. El vehículo ya apareció, pero el hombre no. Su esposa Estephanie Grisel Gómez Páez, desesperada, ha acudido a la Policía, a la Procuraduría bajacaliforniana y a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, pero hasta el momento sin éxito.
La señora Estephanie me señala que a ella le han dicho en la Procuraduría y en la Comisión de Derechos Humanos que se está investigando el caso. En la Policía Estatal Preventiva le informaron que sus agentes no habían realizado el allanamiento, pero algunas versiones periodísticas han señalado que cuatro agentes que fueron citados a declarar sobre el caso y simplemente no se presentaron. Los cuatro "pepos", como se les llama en Baja California a los policías estatales preventivos, fueron suspendidos, pero no se han dado a conocer sus nombres.
Los ciudadanos comunes y corrientes estamos entre la espada y la pared. Por una parte necesitamos un esfuerzo vigoroso de las autoridades para detener a criminales tan violentos como El Compayito. Pero no podemos aceptar que, con la excusa de combatir a estos delincuentes se violen las garantías individuales. Los policías no pueden tener el privilegio de irrumpir de manera violenta en cualquier domicilio, y menos para llevarse a inocentes para "darles una vuelta".
IMPUESTOS
Warren Buffet, el multimillonario dueño de Berkshire Hathaway, el tercer hombre más rico del mundo según Forbes, ha señalado que el año pasado pagó 17.3 por ciento de su ingreso en Impuesto Sobre la Renta, mientras que el resto del personal de su despacho cubrió entre 33 y 41 por ciento. Estados Unidos, como México, tiene un complejo sistema fiscal que termina cobrando menos a los ricos. La solución no es aumentar las tasas sino eliminar los tratos preferenciales.
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