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EL UNIVERSAL

MÉXICO, D.F.- Paula Arango e Isabel de Llano se juntan todas las tardes para engarzar, pieza por pieza, una novedosa línea de collares y pulseras de piedras semipreciosas trabajadas con todo corazón: la llamaron Isa y Pau.

Paula es hija del empresario Manuel Arango, e Isabel, del legendario productor de Televisa, Luis de Llano Palmer; las separan algunos años, pero eso no ha impedido que sean amigas y socias; al contrario "se complementan las visiones distintas que tenemos de la vida", dicen.

Isabel trabajó las relaciones públicas de Manuel Arango hace 25 años, después se casó, tuvo tres hijos (dos gemelos de 19 y una niña de 15) y dejó de trabajar, pero 10 años atrás comenzó a hacer joyería, para entretenerse cuando estaba cuidando a la hija de una amiga.

"De ahí me seguí y empecé a vender algunos entre mis amigas; de las chaquiras pasé a las piedras semi-preciosas". Hubo quien intentó asociarse con ella, "pero nadie tenía mi gusto por el color, ni nada que ver con mi estilo, hasta que llegó Paula, que es increíblemente sencilla, y contrario a lo que pueda parecer, muy creativa y chambeadora", dice Isabel.

Encontrar la vocación

"Nunca había encontrado lo que quería hacer", cuenta Paula, "yo soy diseñadora industrial, siempre he sido de manos, de creatividad y de arte, pero no había encontrado lo mío".

En su búsqueda, trabajó en el documental "Estancias Sumergidas", producido por su padre, también se involucró en la Pedagogía "y todo me gustaba, pero me faltaba algo".

Entonces, Paula probó con un despacho de diseño "pero yo no soy de horarios de oficina, y en esas estaba cuando mi papá le llamó a Isa y le dijo que yo andaba entre trabajos y que no sabía qué hacer. Ella me invitó un café -que acabaron siendo martinis de maracuyá-, y después a trabajar con ella en su taller".

Cuando tocó la primera piedra, supo que eso era lo que estaba buscando, "me definí cien por ciento, es lo que siempre había querido: lo supe de inmediato".

Lo que Paula tenía claro es que no quería ser una niña de papi, estereotipo con el que muchas niñas de la sociedad mexicana han tenido que cargar, "pasa mucho que dicen 'la niña no tiene nada qué hacer y su papi le abrió una tienda', yo podría estar en mi casa, pero no me quise conformar", explica la socialité, considerada por las revistas de moda como una fashion icon.

Su gusto por la moda y los colores, y la personalidad de ambas dio por resultado la joyería Isa y Pau, y tal es el entendimiento que cuando terminan un collar no saben quién hizo cuál.

"Ningún collar es igual al otro, son piezas únicas y podemos trabajarlas personalizadas", explica Paula, "a mi mamá le acabo de hacer un collar con un dije que era de su madre; si tú me dices que quieres un collar con un dije o una joya, lo armamos; tratamos de que cada pieza tenga su historia y su energía".

El concepto es la exclusividad y la elaboración artesanal a mano, "ponemos música, nos contamos nuestra vida, cantamos canciones de rompe y rasga, nos divertimos mucho y cada pieza lleva nuestra buena vibra", cuenta Isabel.

Lo que más disfrutan estas compañeras es el ritual de elegir la piedra y trabajarla, "un día Paula llevaba media hora con el mismo collar, y le dije, '¿por qué no tocas esta piedra a ver qué sientes, qué feeling te da?'", encontró el sentimiento y lo sacó en diez minutos", recuerda Isa.

Una terapia muy productiva

Cuando se unieron en esta nueva aventura, Paula acababa de romper su compromiso matrimonial con Juan Pablo Piña, y la joyería fungió, cabalmente, como terapia, "llegó en un momento adecuado porque yo estaba saliendo de una ruptura y necesitaba enfocar mis energías".

Paula comenzó esta nueva etapa con un statement de libertad: "Tengo la libertad de crecer, de poder irme a Nueva York con Isabel a comprar piedras; pasé de la idea de tener un matrimonio, hijos y ser ama de casa, a decir 'soy soltera, independiente y quiero hacer lo que me apasiona', claro, no estoy cerrada a formar una familia, sólo que no estoy a la espera de que mi príncipe azul aterrice en el jardín de mi casa", dice Paula.

Renovada y contenta de haber encontrado esta gran pasión, Paula se siente orgullosa de haberle dado "el empujón" a Isa para "atreverse a hacerla en grande", por lo pronto, ya abrieron su webpage, una cuenta en Twitter y preparan un cóctel para presentar sus joyas.

Si bien están decididas a promover su marca, no tienen intenciones de convertirse en productoras masivas, "no queremos hacernos famosas y ganar dinero, si lo hacemos será por añadidura, pero nuestra idea es la exclusividad, no queremos hacerlo a gran escala o que Palacio de Hierro nos pida 200 piezas porque no podremos hacerlas", apunta Isabel.

Sin embargo, De Llano también deja ver una posibilidad distinta: "Lo que sí nos gustaría sería vender en boutiques pequeñas en México o en Estados Unidos, por ejemplo, en un lugar tipo Barneys, donde tienen 3 collares increíbles; de otra forma se perdería el concepto".

Sobre lo que el futuro les depare, no quieren hacer planes inflexibles: "no sabemos qué va a pasar, no nos agobiamos pensando hasta dónde pueda crecer; estamos abiertas a todo".

Al ser piedras semipreciosas, las piezas oscilan en precios a partir de los mil pesos, "son collares para un mercado más exclusivo, pero atendemos a todos", señala Paula.

La amistad de estas entusiastas mujeres se hace evidente durante el tradicional ritual de té del Hotel St. Regis, en medio de una divertida conversación en la que la menor de los Arango habla de su viaje a Puerto Escondido e Isabel del baile de su hija, "¿Ves? Somos amiguísimas, es la maravilla de ser de distintas generaciones".

Socialités crean línea de joyería fina

  De Llano y Paula Arango; engarzar piedras ha cambiado totalmente sus vidas.

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