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Italia y México, tan lejos y tan cerca

GENARO LOZANO

Roma.- Dice el cliché, y dice bien, que los italianos son los mejores para el dolce far niente, para disfrutar de los placeres de la vida o, por caer en un segundo cliché en menos de 300 caracteres, en la dolce vita, esa histórica película con la que Federico Fellini retrató el espíritu de una época y que le regaló al mundo las míticas imágenes de Anita Ekberg bañándose en la Fuente de Trevi y exhortando a Marcello (Mastroianni) a unirse en su baño romano.

Y sin embargo, los italianos son también unos expertos en el drama. No en balde las óperas como Tosca, de Puccini; o Aída, de Verdi han hecho llorar y emocionarse a generaciones durante décadas. Y es que después de las tragedias económicas de Grecia y España, en Europa todos se preguntan quién sigue. La crisis española, con los miles de jóvenes desocupados, con un desempleo superior al 19% y con manifestantes tomando las plazas han hecho que los italianos se preocupen y miren de reojo lo que sucede en los otros países europeos con un nivel de desarrollo similar al italiano.

El reciente colapso de las bolsas occidentales ha vuelto a prender la alarma para los italianos. En los medios principales, las noticias que acaparan las planas son la estrepitosa caída de las bolsas mundiales y la pérdida de la categoría triple A de Standar & Poor's del Gobierno estadounidense, noticias que hacen que los medios italianos no den crédito a lo que está sucediéndole al Estados Unidos de Obama y que los regresen los ecos que llevan décadas advirtiendo sobre el declive de la supremacía o hegemonía estadounidense en el mundo, pero también algunos medios empiezan a preguntarse cuándo caerá Italia en la desgracia griega o en la española.

Y tales preocupaciones de la enconomía mundial se extienden también a la política nacional. En las librerías romanas abundan títulos apocalípticos que hablan sobre la "crisis de la democracia italiana", como el ya bestseller "Poderes salvajes", del conocido filósofo del derecho Luigi Ferrajoli, quien en un ensayo de apenas 82 páginas hace un diagnóstico pesimista del sistema político italiano y de la democracia constitucional y ofrece algunos remedios para intentar salvar a la democracia italiana de los abusos del poder, y de lo que el constitucionalista italiano observa como el paso de un sistema parlamentario a uno presidencialista-personalista de manos de Silvio Berlusconi y la nula separación entre su poder económico-mediático y su poder político.

Imposible no reflejarse en ese espejo. Leí el libro de Ferrajoli y parecía como si estuviese leyendo un libro de política mexicana actual. Ferrajoli habla sobre la apatía de la ciudadanía italiana para informarse sobre los abusos del poder por parte de Berlusconi y su desaire a movilizarse para detener a Il Cavaliere. Ferrajoli también habla sobre la perversa fusión entre las cúpulas del poder político y los medios de comunicación, que en Italia son precisamente dominados por el magnate Berlusconi y que por ello han renunciado a ser el contrapeso al poder político y de cierta manera le han cerrado el espacio a la crítica al poder. De igual manera, el constitucionalista también revela cómo el sistema político a través de los partidos políticos se ha cerrado a representar los intereses de la ciudadanía privilegiando los intereses de los partidos y sus cúpulas, alejándose de la rendición de cuentas y no permitiendo la renovación de los liderazgos políticos, creando así una democracia vieja y estancada, horizontal en su actuar, en lugar de ser vertical y representativa.

Como solución a esos problemas, que son también propios de otras democracias como la mexicana, Ferrajoli propone una reforma a la Constitución italiana de 1948 que fortalezca el espíritu de Montesquieu y logre una verdadera separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; sugiere también una reforma al sistema de partidos políticos, que los abra a una mayor democratización y rendición de cuentas para crear una verdadera democracia representativa; y por último una reforma a lo que él llama el "sistema de libertad", que garantice la independencia de la difusión de la información y que rompa con esa degeneración del control doble de los medios por parte de la política tradicional.

A veces hay que voltear a ver lo que sucede en otros países, no sólo para encontrar cómo los problemas de nuestra democracia no son únicos o exclusivos a México, sino a veces hay que mirar en el espejo de los problemas de otros países, así veremos cómo esas distancias de miles de kilómetros que separan a dos países como México e Italia se acortan y se convierten en una irónica cercanía.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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