Anacleto González Flores es un mártir de la Iglesia beatificado por el Papa Juan Pablo II, a quien el gobierno de Plutarco Elías Calles asesinó durante la persecución religiosa en México. Anacleto es un líder de resistencia civil que fue preso, torturado y muerto el día primero de abril de 1927, en el cuartel de Policía de Guadalajara, sin un procedimiento judicial de por medio.
Entre los libros que escribió nuestro personaje, conocido en Los Altos de Jalisco como el "Maistro Cleto", está El Plebiscito de los Mártires, en el que más allá de considerarla como una etapa cronológica de la vida humana, define a la Juventud como una actitud moral, que cree posible que imperen el bien, la verdad y la justicia en este mundo y lucha por ello en cualquiera edad.
El joven católico sabe que la corrupción y la injusticia tienen su origen en dentro del corazón humano (Mc 7,15-21), pero tiene la certeza de que en Cristo (Dios con nosotros), se puede superar la adversidad y hacer de este mundo algo mejor. En contrapartida, el hombre es viejo y decrépito cuando se da por vencido ante lo que el mundo considera "males necesarios", y acepta que el mal florezca impune porque según esto "no hay de otra".
Bajo la misma inspiración que animó al Beato Anacleto, el día de ayer inició en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud, que continuará hasta el próximo veintiuno de agosto. El evento se celebra desde hace veintiséis años por disposición del propio Juan Pablo II cada Domingo de Ramos, y es un recordatorio del compromiso pastoral de la Iglesia con las nuevas generaciones, que Juan Pablo resume al designar a los jóvenes: "Centinelas siempre prestos a dar testimonio de la esperanza que está en vosotros".
Además de la celebración anual en cada diócesis, cada dos o tres años la Jornada Mundial de la Juventud asume el formato de reunión internacional en diferentes ciudades del mundo, a la que han concurrido desde los setecientos mil jóvenes que fueron a Denver el año de 1993, a los más de cinco millones de participantes que acudieron a Manila en 1995. En las sedes europeas como Santiago de Compostela, Paris o Colonia, han pasado lista de presentes un promedio de millón y medio de peregrinos, lo que se espera ocurra en el caso de Madrid.
Este año la Jornada Mundial convocada por la Iglesia coincide con el cierre del Año Internacional de la Juventud celebrado por la Organización de las Naciones Unidas, lo que abre una doble oportunidad de reflexión sobre el tema.
México tiene 36 millones de personas entre 12 y 29 años de edad, pero la cantidad no es proporcional a la calidad a la que aspiramos, porque seducidos por una contracultura mediática obsesionada con la búsqueda del placer y la vida muelle y sin esfuerzo, muchos de ellos ignoran el significado de palabras como cumplimiento del deber, entrega y solidaridad, y no se diga heroísmo o sacrificio, lo que lleva a la falta de compromiso, a la pérdida del sentido de la vida y finalmente, al vacío existencial y la desesperanza.
El antídoto que propone la Iglesia corresponde a la receta de ayer y hoy: "arraigados y edificados en Cristo, firmes en la Fe" (Col. 2,7), que tiene su raíz en el Misterio de la Cruz. En efecto, además de la Eucaristía que oficiará el Papa Benedicto XVI y la catequesis que imparten los obispos de todo el orbe durante la Jornada Mundial en comento, la celebración del Vía Crucis en las calles de Madrid el próximo viernes, es un acto central del evento que a despecho de la modernidad, renueva la conciencia de que la Cruz es escándalo para los judíos y locura para los paganos.
Sin embargo la Cruz precede a una nueva vida y tal vez en esta Jornada Mundial, muchos hombres y mujeres de todas las edades, pudiéramos resultar rejuvenecidos con la esperanza de que detrás de la corrupción, las torturas, las decapitaciones y las cabezas rodantes producto de la violencia que nos acosa, hay otra forma de vida que es nuestra obligación construir desde aquí y desde ahora en este mundo, sobre la base del bien, la verdad y la justicia.