El pasado doce de agosto, celebramos el Día de la Juventud; ojalá lo hubiéramos hecho anunciándoles mejores condiciones de vida, cosa poco probable en el futuro inmediato.
El Inegi, ha publicado estadísticas que refieren la baja en calidad de vida del grupo de mexicanos que representan en nuestro país al cincuenta y cuatro punto sesenta por ciento, esto si sumamos a los habitantes de edades entre cero y veintinueve años de edad: la mayoría de la población.
La democracia afirma dedicar su esfuerzo a la búsqueda del bienestar de las mayorías, pero en este rubro, cuando vemos la depreciación de calidad de vida social de los muchachos, confirmamos que les quedamos a deber, como en otras cosas.
Al consultar el Censo de Población y Vivienda del Estado de Coahuila, los jóvenes suman veinticinco punto seis por ciento; pero si sumamos a los de cero a catorce años, la cifra llega a cuarenta y cuatro punto seis, casi la mitad de la población.
Hoy día, ser joven en la Comarca Lagunera y en México, representa vivir en un ambiente socioeconómico favorecedor de la depresión, con alta inseguridad que les impide desempeñarse socialmente en libertad por temor a sufrir daños en su integridad física, transformándose en presos citadinos, circunscritos a su casa o la de compañeros, con horario diurno y ocasionalmente nocturno limitado; en el plano económico, tienen mermadas oportunidades de trabajo y aunque existan alternativas variadas de educación, por las mismas limitaciones de dinero, quedan restringidas a pocas, y muchos caen en las escuelas fraudulentas y malas en calidad.
Las estadísticas nos confirman lo escrito, ya que según el resultado de la Encuesta Nacional de Adicciones, efectuada en 2008, de cada 100 jóvenes de 12 a 17 años, ingieren alcohol, nueve considerados "bebedores altos" y tres tienen "abuso/dependencia".
Las tres principales causas de muerte, entre los varones de 15 a 29 años, son las agresiones -diecinueve punto tres por ciento-, accidentes de transporte -veinte punto nueve- y lesiones autoinfligidas intencionalmente -nueve punto cuatro-, que en suma representan cuarenta y nueve punto seis por ciento de las defunciones de hombres jóvenes.
Entre los de 25 a 29 años, la cuarta causa de muerte son las enfermedades ocasionadas por el Virus de Inmunodeficiencia Humana, -VIH- con el cuatro por ciento.
Las cifras son muy similares entre las mujeres jóvenes, aunque entre los 20 a 29 años de edad se observa a la diabetes mellitus, como segunda consecuencia de defunción.
Pudiéramos pensar que la mayor incidencia de la diabetes mellitus, en jóvenes con más años de vida, es el buen resultado de las campañas de salud organizadas por las dependencias oficiales, que empiezan a hacer conciencia entre los más chicos y que el mal ganado primer lugar en obesidad está cobrando su cuota en defunciones.
En Coahuila, la tasa de suicidios entre los jóvenes de 15 a 29 años, es de 7.8 por cada cien mil. Del total de suicidios registrados en 2009, tres de cada cinco ocurrieron entre la población joven y de éstos, 88.9 por ciento se dio entre los hombres.
La infelicidad es la primer causa de esas cifras estadísticas y, aunque existan razones de psicopatología profunda, las condiciones de vida y las alternativas que les ofrecemos para solucionar sus casos tienen relación directa.
Los datos sobre relaciones sexuales son de llamar la atención: entre las adolescentes de 15 a 19 años, que han tenido relaciones sexuales, tres de cada cinco no usaron método anticonceptivo en su primera relación sexual, aunque la cifra es menor que en los grupos de jóvenes mayores, lo que pudiera reflejar los buenos resultados de las campañas de educación sexual, en edades tempranas, en el medio escolar.
El consumo de cigarrillos continúa alto y sigue considerándose como una rampa para las drogas mayores; entre ellas, las más comunes son inhalantes, luego los psicofármacos y la cocaína.
De nuevo aparece la palabra educar como remedio eficaz contra las deficiencias en servicios de desarrollo social y comunitario; desgraciadamente es una de nuestras áreas de mayor oportunidad, como mexicanos dispuestos a rebasar la definición de "en vías de desarrollo".
El Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, refrenda lo declarado por Inegi: de los casi 28 millones de jóvenes, 7 de 10, tienen una escolaridad menor al bachillerato; 7 millones 319 mil 600 jóvenes, de 15 a 29 años, viven en condiciones de rezago y de ellos 497 mil 732, son analfabetas; más de millón y medio tiene primaria incompleta; 3 millones concluyeron primaria y más de 2.2 millones no terminó la secundaria.
Otros 11 millones 956 mil jóvenes, aunque sí terminaron la secundaria, no continuaron sus estudios de bachillerato, sumando más de 19.2 millones. Sume los analfabetas funcionales.
El reto es grande ...¿verdad?; empecemos a trabajar con los cercanos.
Ydarwich@ual.mx