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Juventud secuestrada

Periférico

LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA

"Mi mamá me cuenta que antes podían salir todos de noche, llegar en la madrugada y yo por ejemplo no puedo llegar después de la siete de la noche", dice una joven universitaria de 20 años que estudia la carrera de Diseño Gráfico.

La misma joven comenta que Torreón ha cambiado mucho en cinco años y que ella se siente insegura. Este sentimiento no es exclusivo de ella, tampoco lo es de la juventud. Sin embargo, en lo personal me resulta dramático que los jóvenes vean coartada su libertad por miedo.

En el trato cotidiano con jóvenes universitarios por mi actividad de docente en algunas universidades privadas de la región, constantemente me entero de historias donde el desencanto está presente.

Otra joven de 19 años que estudia la carrera de psicología es contundente cuando dice "no me gusta vivir aquí, hay mucha delincuencia. Veo a México mal en cuanto a su economía y la corrupción". Ante este panorama ella piensa emigrar, su capacidad de generar riqueza tal vez no sea aprovechada en México.

No debemos perder de vista que los jóvenes que hoy tienen 20 años vieron cortada su libertad desde los 14 como un acto de sobrevivencia y consecuencia directa de la guerra contra el crimen organizado. Desde el 2006 los jóvenes no pueden salir con libertad a las calles, ya no digamos al antro, simplemente hay temor de salir a la tienda de la esquina.

Muchos de nuestros jóvenes universitarios relatan con añoranza que sus padres les platican que en el pasado inmediato era posible salir a cualquier hora de la noche sin ningún temor más allá de los riesgos naturales de sufrir algún accidente. Pero este desencanto no es exclusivo de los jóvenes, hace unos cuantos días un amigo me contaba la anécdota de que en una comida una persona de la tercera edad le confesaba: "me duele que mis nietos estén creciendo en medio de la violencia", la cual sin duda les impide salir a las calles a jugar libremente.

A este panorama de inseguridad hay que sumarle el de la falta de empleo. En México, a contracorriente de lo que ocurre en el resto de las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tiene más "ventajas" para encontrar empleo el contar con primaria o secundaria que con estudios universitarios.

La proporción de desempleo entre quienes cursaron enseñanza superior es de 4.4 por ciento, la más alta en comparación con quienes apenas terminaron la educación básica o la media superior, con 4 y 4.2 por ciento, respectivamente.

Tenemos muchos profesionistas que egresaron de las aulas universitarias y que están desempeñándose en áreas para las que no fueron preparados o en las del subempleo. Resulta por demás preocupante que la gente con mayor preparación en el país enfrenta los mayores problemas laborales, lo que implica que la economía mexicana no reclama gente capacitada.

En este escenario México y particularmente Torreón, resultan poco atractivos para nuestros jóvenes que ven en la emigración una oportunidad de mejorar sus condiciones de vida. No sólo en el desarrollo profesional sino simplemente para sentirse más seguros.

Si en los noventa hablábamos del desencanto de la generación X, hoy hablamos del miedo al futuro por las pocas oportunidades, pero sobre todo hablamos de una generación secuestrada por el miedo que provoca la violencia.

Lharanda@elsiglodetorreon.com.mx

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