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La aduana de Piedras Negras y la Crisis Vidaurri-Juárez

5. EL DORADO ALGODONERO

PORTADAS SOBRE SANTIAGO VIDAURRI DE LA AUTORÍA DEL DR. MARIO CERUTTI, PRIMERA EDICIÓN DE 1983 (IZQ.) Y SEGUNDA EDICIÓN DE 2004.

PORTADAS SOBRE SANTIAGO VIDAURRI DE LA AUTORÍA DEL DR. MARIO CERUTTI, PRIMERA EDICIÓN DE 1983 (IZQ.) Y SEGUNDA EDICIÓN DE 2004.

MARIO CERUTTI

No debe extrañar que los más prestigiosos dirigentes del rebelde Sur estuvieran sumamente interesados en mantener cordiales relaciones con Santiago Vidaurri. Ese interés se manifestó desde muy temprano. Ya el 21 de junio de 1861, desde el fuerte Clark, escribía el teniente John R. Baylor al alcalde de Piedras Negras:

nosotros deseamos cultivar la mejor amistad con México y mantener aquellas relaciones que son y siempre serán benéficas para ambos países (...) Las relaciones importantes de comercio entre nosotros que van aumentando de día en día y que son tan benéficas para ambas naciones requieren la paz. La injusta guerra que ha comenzado contra nosotros Abraham Lincoln, que puede durar algunos años y que siempre disminuirá nuestro comercio con su nación (se refiere al norte de Estados Unidos, al que obviamente considera ya otro país, MC) va á abrir para México un mercado para los productos de sus fértiles terrenos, y es el interés de México que no hagan nada que pueda poner en riesgo las pacíficas relaciones entre nosotros, y que pueda destruir el mercado natural y legítimo para sus industriosos ciudadanos.

El mismo Baylor señalaba ese día al gobernador Vidaurri su predisposición para que se mantuvieran ligazones fructíferas: “Teniendo como tenemos por límite entre nosotros al Río Grande, y sosteniendo un tráfico comercial demasiado constante”, apuntaba, había que unificar esfuerzos en una lucha común contra “el peligro indio”14.

Mientras tanto el solicitado mandatario estatal era visitado por un delegado de la más elevada autoridad de la Confederación: José Agustín Quintero, antiguo conocido de Vidaurri y enviado especial de Roberto Toombs, secretario de Estado de los confederados.

Portaba documentos en los que se ponía claro énfasis en el interés de los sureños por reforzar y hacer perdurables las buenas relaciones en el área cruzada por el río Bravo. En su presentación Quintero dejó asentado ante el gobernador su confianza en que por “el trato personal que tuve con V. E. durante su visita á la capital de Texas hace algunos años” y porque “los sentimientos de sus gobiernos serán recíprocos... la paz de esta frontera se mantendrá de buena fé con mutuas ventajas para ambos países”.

Vidaurri respondió asumiendo por su cuenta una actitud a nivel internacional que, según explicaba al ministro de Relaciones de México días más tarde, era necesaria porque “se nos habla de paz y seguridad en ambas fronteras mexicanas y americanas”. A Toombs le contestó en términos favorables, aunque se cuidó de aclarar sobre problemas derivados de las incursiones de grupos de ambos bandos en cada parte de la línea fronteriza.

Los resultados se verían pronto aunque fue evidente que, en un momento inicial, la coyuntura de la guerra no benefició de manera especial a Piedras Negras: la prosperidad tocó previamente diferentes puntos de la línea del Bravo. Tuvo que darse el fortalecimiento del bloqueo para que la aduana de Coahuila concentrara las ventajas de la coyuntura. De todos modos, el tráfico por Piedras Negras –que hasta 1861 incluía casi únicamente algodón destinado al consumo interno de México– se acentuaba progresiva y sensiblemente.

Y no sólo circulaba la fibra mencionada (ahora en cantidades mucho mayores) sino que lo hacían también mulas, harina, caballos, cueros, cereales. De un tráfico casi centrado en la importación, se pasó a otro en el cual la exportación desempeñaba un papel significativo. Y aquí surgiría el ya mencionado estímulo a sectores de la economía regional, claramente asentado en la documentación de esos años.

Comenzaba 1862. Vidaurri adquirió entonces el máximo poder en el marco regional al ser designado comandante militar de Tamaulipas. La correspondencia que mantenían en esos meses el gobernador Vidaurri y su buen amigo Evaristo Madero ofrece matices suficientemente ricos al respecto. Afincado a pocos kilómetros de Piedras Negras, el abuelo del futuro jefe revolucionario se transformó en uno de los más sagaces usufructuarios de esta crisis bélica. Sus misivas evidenciaban también las conexiones de carácter comercial que lo enlazaban no sólo con Patricio Milmo –yerno de Vidaurri y otro de los grandes intermediarios que acumularon fortunas en estos años– sino con el mismo mandatario nuevoleonés.

6. LAS URGENCIAS DEL SUR ESCLAVISTA

El noreste de México, su funcionamiento mercantil y las disposiciones que podía adoptar Santiago Vidaurri –como ejecutivo estatal y jefe del Ejército del Norte–, aparecían como decisivos para la estrategia confederada. Durante 1863 y en los meses de 1864 en que Vidaurri permaneció en el poder, las vinculaciones mercantiles con el Sur se intensificaron. Y en la medida que el bloqueo de la flota norteña resultaba más eficaz, el tráfico estaba obligado a desviarse hacia puntos más occidentales: Laredo y, sobre todo, Piedras Negras se beneficiarían de esta situación.

Evaristo Madero, aprovechado actor de estos acontecimientos, describía a Vidaurri el 3 de enero de 1863 el siguiente panorama:

...han desembarcado en Galveston algunas tropas yankes con bastantes provisiones de guerra, y es muy provable una inbasión al Estado ahora. El General en Gefe de Texas ha dado orden de que se quemen los algodones, y exorta á los habitantes que vendan al Gobierno todos sus algodones, que se propone comprar; y al efecto harán conducir áMéjico con todos los trenes que haya en Texas tanto de carros como de carretas15.

Piedras Negras, en dicho contexto, pasó a ser un punto clave para tan cuantioso tráfico: era uno de los vértices del triángulo que se configuraba con Monterrey y Matamoros, puerto que no podía ser bloqueado, es obvio, por los ejércitos y barcos del norte industrial. Su auge sería memorable, y acentuado desde agosto de 1863, cuando los franceses irrumpieron en Tampico. Mientras en Piedras Negras las recaudaciones crecían, y el algodón confederado “se hacía mexicano de nombre, evadiendo así el bloqueo de la Unión” a través de “estas rutas sinuosas”, el noreste transitaba momentos gloriosos.

La prosperidad de Piedras Negras, ligada indudablemente a todos estos fenómenos, quedaba reflejada en la documentación archivada en Monterrey. Y nada expresó con mayor énfasis la dinámica que se vivía en esos años que la nostalgia de épocas posteriores: frente a la crítica situación que parecía recorrerse entonces, los inicios de la década de los sesenta emergían como eldorado perdido. En 1873, José Eleuterio González (médico, ex gobernador, aficionado a la historia) escribía:

En los años de 61 a 65 de este siglo, durante la guerra intestina de los Estados-Unidos del Norte América, el bloqueo de los puertos de Brownsville, Nuevo Orleans y otros hizo que los Estados confederados buscaran por nuestra frontera la salida de sus algodones. Esta época es la mas brillante que ha tenido el comercio de los Estados fronterizos: entonces el movimiento mercantil se propagó hasta las últimas clases de la sociedad: en esos días se formaron muchos y grandes capitales, de los cuales pocos subsisten porque sucedió lo que naturalmente debía suceder: la guerra de los Estados-Unidos cesó derrepente y derrepente se paralizó el comercio de la frontera, porque los algodones tomaron su antiguo y natural curso por los puertos norteamericanos16.

Doce años más tarde, en un dictamen sobre la zona libre, la Cámara de Comercio de Monterrey recordaba gratamente no sólo la guerra de Secesión, sino el Arancel Vidaurri:

Durante el Gobierno de Vidaurri y mientras regía su arancel levantóse esta frontera á una prosperidad desconocida hasta entonces. Casas fuertes se establecieron en Matamoros y Monterrey, grandes capitales se acumularon, el comercio de esta frontera se extendió hasta el centro de la República y más allá del centro. Cuando en 1861 empezó la guerra civil Norte Americana, abrióse para el comercio otra fuente de riquezas: estando bloqueados todos los puertos de los Estados Confederados, ni mercancías podían entrar por alguno de ellos, ni había modo de exportar aquel gran producto de los estados surianos:

el algodón. La única línea abierta para el tráfico internacional lo era el Río Bravo, y efectivamente casi todos los algodones de los Estados de la Luisiana, Arkanzas y Texas se exportaban por esta vía desde Piedras Negras hasta Matamoros, á la vez que los vendedores de los algodones se surtían en la frontera y en Monterrey de toda clase de mercancías y pertrechos de guerra17...

El auge de la coyuntura se ligaba con las penurias que soportaban los confederados. Cuando más agudamente sentían el bloqueo, más dependían de lo que sucedía en el noreste de México. En este marco, tanto el gobernador nuevoleonés como los grandes comerciantes apretaban las condiciones: en búsqueda de mayores recursos, el primero; de un lucro más elevado y rápido, los segundos. Ambas actitudes se articulaban en casos en que el mandatario y los mercaderes mantuvieran relaciones especialmente cordiales.

La más coherente combinación en ese sentido se registró entre Vidaurri, su yerno Patricio Milmo y Evaristo Madero, quienes –como ya se ha mencionado– fueron grandes usufructuarios de este intensificado tráfico.

La importancia creciente que fue asumiendo Piedras Negras en el comercio exterior fronterizo, explica por qué pudo convertirse en un punto clave de la controversia entre el gobierno central y el poder regional. Cuando más se aproximaba el itinerante gobierno general a la frontera norte, en su retirada frente al avance francés, más indispensables le resultaban los ingresos aduanales de Piedras Negras.

Pero para el gobernador Vidaurri cederlos significaba, directamente, la clausura de su ya prolongada hegemonía. El problema se agravaba porque, por primera vez desde Ayutla, el ámbito geográfico de ambos poderes (el general y el regional) se tornaban idénticos. Ante la invasión europea, dos ejércitos liberales que tendían a convertirse en antagónicos se superponían en un mismo espacio.

14 AGENL, Boletín Oficial, 3 y 7 de julio de 1861. 15 AGENL, Correspondencia (de Vidaurri), de Madero, desde Piedras Negras, 3 de enero de 1863.

16 José Eleuterio González, Algunos apuntes y datos estadísticos que pueden servir de base para formar una estadística del estado de Nuevo León, Monterrey, Imprenta del Gobierno, 1873, p. 34. 17 AGENL, Memoria (del gobernador del Estado), periodo 1883-85, documento 27.

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