Así se expresó Michel Bauer, presidente del club América, tras la derrota de su equipo en la fecha inaugural del torneo, refiriéndose sin duda a las dos anotaciones invalidadas por el cuerpo arbitral en dicho cotejo.
Efectivamente, no habían transcurrido cinco minutos del duelo ante Pachuca cuando el asistente número uno, Carlos González, señaló un fuera de juego a todas luces inexistente, privando con ello a Aquivaldo Mosquera de marcar para la causa crema.
También cuando el primer tiempo agonizaba y ya abajo en el marcador, el mismo auxiliar volvió a indicar la posición ilícita del "Rolfi" Montenegro, en una acción más apretada pero equívoca sin duda alguna. En ambas decisiones fue apoyado por el juez central, José Alfredo Peñaloza.
Por supuesto que el quehacer arbitral, desde el punto de vista de la apreciación de las jugadas fundamentales, fue un verdadero desastre, pero me gustaría invitar al iracundo mandamás azulcrema a la mesura y la reflexión, antes de llamarse robado o aplicar epítetos insultantes a los jueces del encuentro.
El señor Bauer debe recordar que todo aquel que realiza una función pública está sujeto al escrutinio y la sentencia popular puede ser descarnada, por ejemplo, cuando uno de los clubes más importantes del balompié nacional se "refuerza" para este torneo con Rodrigo Íñigo y Nicolás Olivera y no he oído a nadie que hable de robos.
Tampoco se habla de dolo o fraude cuando vemos a Vicente Sánchez no llegar ni a la mitad del rendimiento que se le conoció cuando estuvo con el Toluca, a un Daniel Montenegro desmotivado y apático o a un fantasma del área, errático y tieso, como Vicente Matías Vuoso.
Tampoco recuerdo que el irascible Michel se haya pronunciado en contra del "ordenador", ese absurdo sistema designador de los árbitros en México y que permite que un silbante que tuvo su peor participación en un juego de su equipo la temporada pasada, (San Luis vs. América), pueda estar en la inauguración del torneo en el Azteca.
El meollo del asunto es que cada uno asuma la responsabilidad que le toca. No se trata de defender a los silbantes, sobre todo al línea González, desconcentrado e incapaz, sino de evitar que al calor de la derrota, se viertan conceptos injuriosos.
Cierto es que, de haberse concedido como buenos los goles anulados, el juego bien pudo tomar otro derrotero pero un gran equipo como América, debe tener prohibido asirse al frágil argumento de la falla arbitral para permitir que, como sucedió el domingo, el rival le acabe pegando un baile de época.
En fin, la comisión de árbitros a chambear en la capacitación de sus jueces y don Bauer a analizar en frío el desbarajuste en que está convertido el cuadro de Coapa.
Apbcarter_1@hotmail.com