Luego de presenciar la patética demostración del América en su juego dominical, en el majestuoso Estadio Azteca, cayendo sobre la hora ante los Tigres, no queda más que exclamar como aquel personaje de Eugenio Derbez, el "lonje moco": "Fue horrible, fue horrible".
Hace ya muchas lunas que este, su humilde servidor y amigo, empezó a ver futbol y a asistir a los estadios. En aquella época, más o menos en 1964, al cuadro de Coapa se le conocía como los "cremas" y vestían un sobrio uniforme con camisola amarilla clara y pantaloncillos y medias en azul marino.
Distaban de ser el gran equipo que en otros años regalaría satisfacciones y títulos a su afición pero ya existía la simiente de lo que, al paso del tiempo, se convertiría en una verdadera pasión, ya que su plantilla de jugadores extranjeros contrastaba con la nómina del popular Guadalajara, campeonísimo en esos ayeres y conformado, como hasta la fecha, sólo por futbolistas mexicanos.
El guardameta Ataulfo Sánchez, el cerebro del medio campo y dos veces campeón del mundo Vavá, el "Lobo Solitario" José Alves "Zague", padre del popular "Zaguinho" y poquito después la gran figura que un pleito de cantina malogró, Arlindo, ponían junto a Javier "Chalo" Fragoso, el "Siete Pulmones" Pedro Nájera y otros importantes atletas nacionales, el esfuerzo para cimentar el orgullo de pertenecer a este club.
Imposible sería reseñar en un espacio tan corto los logros de la institución y la gran cantidad de extraordinarios jugadores, aztecas y foráneos, que han vestido esa camiseta, pero baste con recordar que el mejor extranjero que ha jugado en México, el "maestro" Carlos Reinoso, fue traído para jugar en esta franquicia.
Las Águilas hoy conforman un híbrido que no tiene pies ni cabeza, carente de idea y noción futbolística, mal trabajado en lo táctico y lo físico, y para acabarla de amolar, con elementos que dosifican el esfuerzo y dan su talento a cuentagotas.
Además, parece que a su director técnico Manuel Lapuente se le acabaron los argumentos y la comunicación para hacerles saber a sus jugadores lo que de ellos espera y parece que la paciencia, moneda rara y de colección en nuestro medio, se está agotando en las más altas esferas del mando azulcrema.
Que un equipo de la prosapia del América tenga que estar haciendo promociones, regalar boletos, inventar incentivos y rifas, casi poner un palo ensebado en la explanada del estadio para que la gente acuda y aún así, ver el triste espectáculo de la tribuna semivacía, tendría que ser un punto de seria reflexión para los jerarcas de la empresa.
Ojalá, por el bien del futbol, alguien encuentre la fórmula para recomponer al equipo porque, no es cuento, se les está cayendo a pedazos.
P.D. Falleció el gran dirigente americanista Panchito Hernández. ¡Descanse en paz!
Apbcarter_1@hotmail.com