El día de hoy se dará a conocer, en forma oficial, la noticia de que Ronaldo Luiz Nazario de Lima ha decidido retirarse del futbol profesional tras 18 años de brillante carrera vistiendo las casacas más prestigiosas del orbe.
El jovencito que deslumbrara al mundo desde su temprana aparición con el Cruzeiro de Belo Horizonte, hoy está convertido, apenas con 34 primaveras, en un despojo humano debido al carísimo precio cobrado por las lesiones y el sobrepeso.
Ronaldo inauguró una estirpe de goleadores muy particular: la del delantero grandazo, fortachón, pesado y dueño al mismo tiempo de la habilidad y la agilidad de un bailarín de ballet. Sólo así se pueden entender las fintas, amagues, cabriolas y dribles que el llamado "Fenómeno" lograba ejecutar con el balón cosido al empeine y los rivales cazándole con el propósito de arrancarle la cabeza.
El astro emigró bien jovencito a Europa y se enroló en el futbol holandés enfundado en la camisola del PSV Eindhoven. También participó en dos de la ligas más importantes del mundo, la española y la italiana, teniendo la oportunidad de fichar con los acérrimos rivales: Barcelona y Real Madrid en la península ibérica así como Inter y Milán en el "Calcio" italiano.
Donde quiera que se paró ganó títulos, y con la "verde-amarelha" no fue la excepción, ya que estuvo, aunque sin jugar, en la coronación de 1994 ante Italia en Estados Unidos y colaboró brillantemente para la obtención del "Penta" en Japón-Corea 2002, anotando un par de pepinos en la gran final.
Además, deja el histórico legado de ser el máximo anotador en la historia de la Copa del Mundo con 15 dianas, dejando atrás al legendario "bombardero alemán" Gerd Müller y quedando segundo de todos los tiempos con la selección brasileña, sólo detrás del inmortal Edson Arantes do Nascimento "Pelé". Sin embargo, lo que más admiro de Ronaldo es su hombría y fortaleza para reponerse de los muchos momentos aciagos que la vida le ha deparado para emerger, incluso, fortalecido de ellos.
Jamás olvidaré cuando, vistiendo el uniforme del Inter de Milán, se desvaneció en la cancha con un rictus de dolor y las lágrimas afloraron tras volverse a lesionar la rodilla luego de más de un año en rehabilitación.
Imagino las largas y tediosas sesiones de terapia física; el espantoso dolor de los ejercicios reconstructivos; la soledad en las noches de insomnio pensando si volvería algún día a jugar; la nostalgia al asistir al estadio pero sólo como espectador, en fin, todas las vicisitudes que vivió el ser humano que vive dentro del astro del balompié. Hoy reconoce que el cuerpo no da para más y cuelga los botines. A mí lo único que me resta es decirle: gracias por todo, Ronaldo.
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