Parece que la llegada de la primavera, con su fuerte dosis de calor, polen, romanticismo y cachondería, afectó al sufrido grupo de silbantes aztecas quienes al grito de "el rojo es vida", arremetieron contra los villanos de las canchas, enviándolos a tomar la ducha de manera temprana.
El tema es saber si la decisión suprema, que es la que priva de continuar en el encuentro a un futbolista, ha sido bien tomada. La problemática crece cuando la tarjeta colorada carece de sustento o se convierte en una "fumada" de aquel que ejerce el poder nada más por mandato federativo.
Los jueces en el futbol mexicano se encuentran desprotegidos, carentes de capacitación, lejos de la paternal mirada de sus autoridades, bajo la lupa de los críticos, desunidos como gremio, escasamente respetados por los jugadores, agredidos por la turbamulta ahíta y usados como el pretexto más a la mano por entrenadores y directivos cuando la derrota se hace presente y frecuente.
Nueve parece un número elevado de expulsiones, pero lo es más, si se toma en cuenta que la mayoría fueron polémicas y muchas de ellas, injustificables.
Se cuestionó la roja directa a Nicolás Olivera, volante del América, temprano en la Sultana del Norte. Considerando que existieron los elementos suficientes para botarlo, (entrar con los tacos por delante, sin jugar el balón, con una fuerza desmedida, cometiendo falta y golpeando a su oponente), no ha faltado quién se rasgue la ropa hablando de consigna para perjudicar al ave. Para mí, bien echado aunque debió de correr la misma suerte Walter Ayoví, por pisar la pierna de Rosinei.
La desaparición forzosa de Paco Palencia vía las regaderas, también ha dado de qué hablar y hasta Memo Vázquez, el taciturno técnico universitario, se trepa al ring y critica al nazareno Miguel Ángel Flores. Parece que la apreciación del silbante no resultó del todo objetiva.
El show corrió a cargo de Marco Antonio Rodríguez, quien, inexplicablemente, echó de la cancha a dos jugadores que ni siquiera cometieron falta. Alfredo Talavera y Horacio Cervantes andan como almas en pena, preguntando ¿Qué pasó, mi buen?
Osvaldo González del Toluca, Rodolfo Salinas de Santos, el jaguar Jorge Hernández, el potosino Jesús Isijara así como Alfredo Moreno del Atlas, también fueron expelidos de la cancha sin piedad por los dueños de la ocarina.
Sin embargo, la "expulsación" más inesperada e inmisericorde fue la de Carlos Pascual, embajador de Estados Unidos en México. Bastó que el árbitro asistente, disfrazado de "WikiLeaks", le reportara al juez central, el mundialista Barack Obama, las recurrentes infracciones del plenipotenciario, para que en menos que canta un gallo, -en inglés, por supuesto-, le mostraran la cartulina encarnada y a volar, mi hermano.
Lo malo que a éste, ni cómo defenderlo.
Apbcarter_1@hotmail.com
