La pasada fue una semana llena de contrastes, empezando por la minigira del Tricolor por el país gabacho, donde vencieron a Paraguay, cuadro supuestamente lleno de fortaleza y apenas sacaron el empate frente a un equipo como Venezuela, cuyo único patrimonio es el entusiasmo.
Los jilgueros de la televisión arrancaron ya su campaña inflacionaria del llamado "equipo de todos", haciendo creer que se trata de una escuadra frente a la que el Barcelona palidecería. Resulta patético que al inicio de cada nuevo ciclo se repitan los esquemas, se trate de engañar al público y se inventen figuras que, en sus clubes originales, escasamente ven acción.
En el torneo mexicano cayó el invicto Pumas y fue a hacerlo precisamente con el polo opuesto, ya que Jaguares era, hasta el sábado pasado, colero en solitario. Guillermo Vázquez ha declarado que la derrota "les viene bien" a los del Pedregal. ¡Ah qué gustos tan chaparros los del buen Memo! Les vendría mejor no haber menospreciado a los chiapanecos y prepararse para visitar una aduana bien complicada.
También revivieron algunos muertitos y la palma se la lleva el Santos del señor Cocca que, ¡por fin!, logró ganar un partido bajo su batuta. La víctima fue Cruz Azul, que poco pudo hacer luego de recibir el tempranero gol de Quintero a quién luego "atendería" Rogelio Chávez, cambiándole hasta el género, ya que supuestamente lo llamó "simio de mier...". La neta, no se vale.
Otro agonizante gracias a la labor de Pablo Marini es Pachuca y mire usted que le fue a pegar, en el meritito Morelia, a los pupilos de Tomás Boy. El receso le sirvió al técnico Efraín Flores para trabajar en paz y consiguió revertir la racha perdedora basada, principalmente, en jugar muy mal al futbol.
Otro contraste se presentó en la forma de encarar sus respectivos duelos los equipos que pelean por no descender. Mientras el tibio Necaxa no fue capaz de detener al veloz cuadro de Chivas, Querétaro vino de atrás, se plantó con agallas y le sacó el partido al San Luis. La verdad, merecen salvarse, y los Hidrorrayos a planear su regreso para dentro de un año.
El caso que se lleva el primer premio es el rarísimo encuentro entre América y Puebla. Por un lapso de treinta minutos, las Águilas practicaron un futbol vertical, ofensivo y contundente que nos obligaron a recordar aquel festival de goles que era el club dirigido por Leo Beenhakker. Para la segunda mitad, ese mismo equipo se transformó en una murga que recibió cuatro goles y si no empató o perdió la partida fue porque enfrente tenía a un rival poco ambicioso, por decir lo menos.
En Europa, Javier Hernández sigue alimentando la fe de su realización y Gio continúa anotando en España. El resto son material de noticiero barato. Lo dicho: Semana de contrastes.
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