Estuve presente en el imponente estadio de los Vaqueros de Dallas, en el inicio de la Copa Oro con el encuentro entre México y El Salvador, para percatarme, sin lugar a dudas, que ha surgido todo un movimiento en torno al nuevo ídolo de la afición: Javier "Chicharito" Hernández.
Luego de su fugaz pero exitosa aparición en el Mundial de Sudáfrica, donde la estupidez y necedad de Javier Aguirre lo condenaron a ser suplente del inútil del "Guille" Franco, al "Chícharo" le echaron el ojo en el futbol inglés y en menos que canta un gallo, el guisante mexicano ya se había enfundado en la playera del Manchester United.
Su primera temporada ha sido de ensueño, anotando goles en cantidad y calidad suficientes para ganarse un puesto en la costosa plantilla y colaborar a que su club ganara la Liga Premier y fuera finalista en la Champions, además de generar todo un fenómeno mercadológico alrededor de su figura.
En las charlas de café, los programas deportivos, las páginas de los diversos rotativos no hablan de otra cosa que de las posibilidades de Javier y esto no sólo se da en nuestro país, sino que se ha convertido en un fenómeno global donde, con toda proporción guardada, en este momento el tapatío se codea con la flor y nata del balompié mundial.
Los aficionados lo acosan en busca del ansiado autógrafo, los reporteros buscan la mejor imagen, sus entrenadores ponderan sus cualidades y hasta el momento parece que los valores que se le inculcaron al chavo le han permitido salir a flote sin volverse loco ni que se le llene la cabeza de humo. Resultó impactante cuando, en pleno Himno Nacional, en la megapantalla del estadio apareció Javier y el público simplemente se volcó en una impresionante ovación.
¿Hasta dónde irá a llegar como futbolista? Yo creo que hasta donde él quiera. Sus facultades, visión, capacidad de desmarque y letal definición además de su edad, lo convierten en el futbolista mexicano con mayor proyección. Los tres goles ante los salvadoreños son una pequeña probada de lo que sabe hacer este chico.
El futbol mexicano ha tenido grandes jugadores pero pocos han alcanzado la categoría de ídolos. Javier Hernández tiene ese "duende", ese carisma que hace la tremenda diferencia entre el buen futbolista y aquel que es capaz de ser aclamado por las masas.
Jugar la Copa Oro no debe ser algo que emocione a un futbolista que viene de un nivel tan alto pero creo que la humildad prevalecerá y el "Chicharito" jugará un gran torneo. Ahora nada más habría que buscar, para hacerle un monumento a la soberbia, al tarado que lo corrió de las fuerzas básicas del chiverío.
México tiene la obligación de ganar este torneo. Los rivales son muy malos y esta camada de buenos jugadores cuenta en sus filas al extraordinario "Chicharito". ¡Que haya suerte!
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