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La Columna de Brizio

ARTURO BRIZIO CARTER

 LOS ASESINOS Luego de ver por la televisión los lamentables incidentes ocurridos en las inmediaciones del estadio TSM de Torreón, tenemos que preguntarnos hasta cuándo recuperaremos el derecho a vivir con paz y seguridad en este país. Sicarios a quienes su vida y la de los demás les importan un pepino y policías mal adiestrados, inmersos muchos de ellos en el lodazal de la corrupción y que echan bala más por miedo que por el real afán de aprehender a los malosos, sitúan a la ciudadanía en el medio de esta absurda batalla donde difícilmente habrá vencedores y donde los perdedores somos los ciudadanos de a pie, como usted y yo.

Hasta hoy, con algunas penosas excepciones, los lugares públicos de esparcimiento habían sido respetados por las células del llamado "crimen organizado", sin embargo, lo sucedido en la laboriosa región de La Laguna abre una peligrosa puerta a estos grupos ya que la publicidad al terror es gratuita, masiva y colabora grandemente a la cultura del miedo, que finalmente es la renta a que aspiran los perturbadores del orden público.

El futbol es un espectáculo familiar por naturaleza. Será complicado que en el futuro la gente acuda desprovista de preocupación a los estadios. Gracias a Dios el estadio lagunero carece de malla protectora y de foso pues de lo contrario estaríamos hablando de una tragedia de proporciones incuantificables. Además, se trataba de un partido de relativo interés y por ello el inmueble no estaba lleno y también hay que aplaudir la cultura y el civismo con que se condujo el público ante la inminente amenaza a sus vidas y la de sus seres queridos.

Habrá que implementar medidas de protección pero está comprobado que ante un ataque de estos "sicarios del mal", como los llama Joan Manuel Serrat, poco se puede hacer. Ahora fue un enfrentamiento con la policía pero mañana, aprovechando el momento de gloria, pueden invadir el espacio de una reunión masiva, llámese deporte o concierto, y desatar a los demonios.

No debemos, como sociedad, permitir que asesinen impunemente nuestros derechos más elementales. Si lo hacemos, en poco tiempo será anecdótico platicarles a nuestros hijos y nietos de "cuando íbamos al estadio" o "cuando se podía salir a la calle" o lo que es peor, "cuando se podía vivir".

Quiero transmitir mi absoluta solidaridad al Club Santos, a sus directivos, cuerpo técnico y jugadores, pero sobre todo a la valiente población de la Comarca Lagunera que vive casi a diario este tipo de atentados y continúa buscando el sustento y la tranquilidad para seguir adelante.

Un hermano del alma que tengo en Torreón, Ricardo Barroso, valiente empresario y mejor amigo, me transmite el esperanzador mensaje de que esto tiene que terminar y que la gente sigue "jalando" a pesar de todas estas vicisitudes.

Por lo pronto, llamar a estos tipejos por su nombre: ¡Asesinos!

Apbcarter_1@hotmail.com

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