Finalmente se rompió la cuerda por lo más delgado, vieja forma de decir que se despide a un entrenador de futbol, para que el experimento en el que se embarcó el Santos al contratar al argentino Diego Cocca, fuera un rotundo fracaso.
Sin querer caer en lugares comunes y dichos baratos, los técnicos son esclavos de los resultados y los números del adiestrador pampero fueron pobres y lo que es peor, no se mira en el horizonte alguna mejoría para uno de los mejores planteles del balompié nacional.
El problema empezó desde el momento en que se anunció que Cocca reemplazaría a Rubén Omar Romano en el timón lagunero. Bien o mal, con él habían llegado a dos finales consecutivas y la franquicia lucía poderosa aunque, aparentemente, el par de descalabros en el partido grande, hacían desmerecer la confianza de sus pupilos para el buen Rubén.
Entonces la dirigencia albiverde tomó el camino del corazón y no el de la razón y por circunstancias que tenían más que ver con la amistad que con el perfil, eligió a un inexperto director técnico para intentar sacar del marasmo al popular club norteño.
Nada más que el futbol es cruel y pasa la factura más temprano que tarde y por mucho afecto que existiera entre el mentor y la presidencia del equipo de la Comarca, hubo que darle las gracias y tragar sapitos para explicar el porqué de ambas medidas, es decir, su habilitación casi a la carrera y el ulterior despido que implica traer a marchas forzadas, Al segundo técnico en la joven temporada.
Santos dejó hace mucho de ser un equipo chico. La adecuada planeación, los cuidados refuerzos y la infraestructura que posee, lo sitúan entre los mejores equipos del campeonato mexicano y mucho de esto, se debe a la atingencia con que ha manejado los hilos del poder Alejandro Irarragorri, su presidente.
Sin embargo, parece que el único antídoto para la brillante inteligencia de un ser humano es la soberbia y creo que el joven directivo pecó de ella en el relevo de la batuta en su equipo.
Particularmente, le tengo un cariño especial al Santos. Muchos de los buenos momentos de mi carrera arbitral los viví allí y tengo buenos amigos en la región. Igualmente me cae bien Alejandro y lo considero un cuate con excelentes ideas pero, sin convertir esto en un asunto personal, creo que se equivocó tremendamente en la elección del responsable técnico de su equipo.
Quizá el menos culpable sea el propio Cocca, pero le hicieron un flaco favor. Si no pudo con un plantel grande como los "Guerreros", creo que nadie en su sano juicio le encargaría dirigir a un equipo con problemas de descenso, por ejemplo.
Deberán analizar con detenimiento al nuevo timonel, buscando experiencia e identificación con los colores. Tendrán que reconocer que lo que mal empieza, generalmente, mal termina. ¡Mucha suerte!
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