A mediados de la semana pasada, en un diario deportivo de circulación nacional, apareció una interesante entrevista en torno a la situación actual del arbitraje mexicano donde tres jueces retirados exponían sus puntos de vista al respecto.
Desde el punto de vista de la jerarquía para opinar, el trío resultaba impecable: José Antonio Garza y Ochoa, Bonifacio Núñez Vega y Felipe Ramos Rizo fueron, en su momento, pilares del arbitraje no sólo azteca sino internacional con apariciones en Copa del Mundo, caso de Felipe y con actividades administrativas en el seno de la Comisión Arbitral, como sucedió con el licenciado Garza y Ochoa.
El consenso de los tres personajes fue que en México se vive la peor crisis arbitral de la historia, responsabilizando de ello a la actual dirigencia encabezada por Aarón Padilla y estructura humana que le acompaña.
Por principio de cuentas, debo decir que con cada uno de los ponentes me une una gran amistad. Toño Garza fue mi compañero en el curso institucional de la Femexfut allá por 1976 y compartimos prácticamente todas las etapas de la carrera como jueces, incluido el paso por FIFA como internacionales. Además, tengo el privilegio de conocer a su familia y considerarlo en el íntimo círculo afectivo de nosotros, los Brizio.
Con el gran Boni compartimos duros momentos desde el futbol amateur, donde él se curtió y se convirtió en un referente obligado cuando del "llano" se hablaba, y hasta la fecha le tengo un especial afecto que tiene su origen en la proverbial simpatía y la nobleza de alma de este polémico nazareno.
Felipe Ramos fue un muy buen árbitro porque es "vago", es decir, entiende la vida con una viveza que lo hace sentirse cómodo en cualquier circunstancia. Poseedor de un sentido del humor macabro y letal, no deja títere con cabeza y la mínima conversación se vuelve una lluvia de carcajadas.
Sin embargo, no comparto el punto de vista de esta trilogía. Para mí, Padilla y su gente heredó la casa desordenada y cochina y poco a poco han ido, con base en un trabajo que a veces pasa desapercibido, sacando jóvenes silbantes que en breve se consolidarán en el máximo circuito.
Yo no he visto, hasta el momento, que a alguno de los debutantes en los últimos torneos se les pueda decir que son malísimos o que no tienen ni idea. Los que se ganan esos calificativos son herencias que recibió esta dirigencia como Jorge Gasso y Paúl Delgadillo u otros como Germán Arredondo y Hugo León, que tuvieron la decencia de retirarse.
La crisis, en caso de existir, es un problema mundial y me sigo quedando con los jueces nacionales cuando veo a los sudamericanos o a los españoles que, esos sí, son siniestros.
Mi punto de acuerdo con el tridente de marras es lo absurdo de seguir contando con el "ordenador" para designar a los árbitros.
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