Quiero compartir con usted, amable lector, el sentimiento de indignación que me acompaña desde el momento en que se conoció el veredicto de los jueces de la pelea entre el mexicano Juan Manuel Márquez y el filipino Manny Pacquiao donde, a decir de los expertos, se despojó de la victoria al púgil azteca.
Por supuesto que disto mucho de conocer los recovecos de este deporte y quizá me esté ganando el nacionalismo pero cuando tantas voces se levantan para denunciar un atropello, algo debe haber de cierto.
El "Dinamita" se preparó como nunca para esta pelea, tercera en la importante rivalidad con el "Pacman" y subió al cuadrilátero convencido de que le podía ganar. De esa manera realizó una lid inteligente, técnica y valiente, dirigido desde la esquina en forma impecable por ese viejo lobo de mar llamado Ignacio Beristáin.
Pacquiao es, indudablemente, un gran peleador pero también es un consentido de las casas de apuestas no sólo en los Estados Unidos sino también en el resto del mundo, sin contar con el hecho de que independientemente del organismo que sancione las peleas, los jueces son designados por la Asociación Atlética de Nevada, estado de la Unión donde está enclavada la "ciudad del pecado", Las Vegas.
Hasta el mismísimo Freddie Roach, manejador del boxeador asiático, reconoció que la decisión se pudo ir para cualquiera de las esquinas, inclinando la balanza la fama y el poderío del campeón del mundo.
El deporte de las "orejas de coliflor" ha renacido en nuestro país gracias a las televisoras, que se han enfrascado en un duelo donde todos salen ganando para transmitir funciones de calidad pero este combate levantó una expectación que me hizo recordar los viejos tiempos de Vicente Saldívar, Rubén Olivares, el "Mantequilla" Nápoles, Salvador Sánchez y en épocas más recientes, el gigantesco Julio César Chávez.
Márquez dejó todo en el ring y eso hay que aplaudírselo, independientemente de la apreciación de los árbitros que son humanamente falibles, sin la urgente necesidad de pensar mal aunque insisto, la gente que de esto sabe un rato largo, como mi querido y admirado doctor Morales, piensen que hubo "cochupo" para privar al mexicano de una evidente victoria.
Juan Manuel ha declarado, rabioso e impotente, su deseo de retirarse ante el "cochinero" en que los muchos dólares en juego han convertido al boxeo. Me gustaría que lo reflexionara y nos permitiera seguir disfrutando de su calidad, pundonor y vergüenza deportiva.
Pensar en una cuarta pelea contra Pacquiao puede parecer un exceso pero la única manera de poderse ir tranquilo de su profesión sería ganándole no sólo al filipino, sino a todo el sistema que desacredita al pugilato convirtiéndolo en... un muladar.
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